Amador Fern�ndez-Savater
Pr�logo de Esta revoluci�n no tiene rostro, Acuarela, Madrid, que agrupa textos de Wu Ming escritos durante los �ltimos dos a�os en condiciones y con intenciones muy variopintas: hay textos de coyuntura pol�tica, cuentos, investigaciones sobre "formas de vida", relatos pegados a la acci�n pol�tica del movimiento global, cartas de circunstancias a peri�dicos italianos, panfletos, manifiestos, declaraciones, etc. Una buena muestra de la producci�n de uno de los experimentos pol�tico-literarios m�s relevantes de los �ltimos a�os.
"Generalmente, el mito es la verdad rumorosa de los jodidos, los vencedores tienen la televisi�n en cadena nacional (...) La leyenda de la peregrinaci�n a la b�squeda de Aztl�n, Wyatt Earp en el OK Corral, los poemas de Byron y Espronceda, las aventuras de Sandokan y los Tigres de Malasia, el d�a en que pap� se le puso enfrente a su jefe y lo mand� a chingar a su madre, las canciones donde aparecen tres jinetes en el cielo (Dios, Zapata y Jaramillo), Pedro Infante de pobre reivindicador, no son una colecci�n de material de mentiras, son otra cosa, algo esencial: son nuestras vidas" (Paco Ignacio Taibo II).
Quien no piense como Taibo II perder� su tiempo leyendo este libro. Los que crean, legitimados por la corriente dominante de la filosof�a heredada, que los mitos son "mentiras nobles" o embustes para enga�ar a las pobres masas, los "cultos" que no se dejan atravesar de veras por las historias que leen o escuchan y las tratan como un objeto inerte de disertaciones pedantes, los que citan el Proyecto m�s antiguo del idealismo alem�n ("necesitamos una mitolog�a de la raz�n") de H�lderlin, Schelling y Hegel emparent�ndolo sin vacilaci�n con las aberraciones que ha conocido el siglo XX (1), los individuos narcisistas que juzgan como una forma intolerable de opresi�n cualquier relato que abra un mundo que no s�lo habite su ego, los enemigos de las pasiones fuertes y los laberintos de la memoria y la imaginaci�n, los amigos de las versiones �nicas, autorizadas, los "ojetivosos" que s�lo quieren historias que negocien con el presente, todos ellos perder�n su tiempo (y seguramente su paciencia) leyendo a Wu Ming. Sin embargo, otro destino muy distinto est� reservado a los que en alg�n momento de su vida se han visto tentados a arriesgar su timidez, su estatus, su cordura o su vida, porque se les hab�a agarrado al alma cierta historia o�da en cierto sitio a cierta persona que recordaba de forma apremiante lo que hace que merezca la pena vivir. �sos comparten con Wu Ming que el fondo m�s profundo de todo lo humano es un magma compuesto del "material con el que se hacen los sue�os": im�genes, historias, personajes de leyenda, signos de fortuna o desastre, ritos, or�culos, etc. Los libros de Wu Ming les buscan a ellos.
Desde 1994 a 1999, los miembros de Wu Ming participaron en una de las columnas m�s numerosas, creativas y radicales del Luther Blissett Project, la columna bolo�esa. A principios de la d�cada de los ochenta, Luther Blissett era s�lo el nombre de un jugador de f�tbol jamaicano que milit� sin demasiado fortuna en el Mil�n A.C. Pero a finales de los noventa, despu�s de que una parte del movimiento underground italiano y europeo se lo apropiara y lo promoviera como un seud�nimo que cualquiera pod�a utilizar para firmar acciones est�ticas o pol�ticas, Luther Blissett se convirti� en el nombre de una especie de moderno Robin Hood, otro fantasma amenazante para toda autoridad como el General Ludd, cuya ubicuidad difusa representaba la potencia de la comunicaci�n y de la "intelectualidad de masas" contra todas los nuevos "cercamientos" impuestos por el capitalismo "de esp�ritu" (copyright, derechos de autor, etc.). Un nombre colectivo para designar la creaci�n y la inteligencia colectiva que est� en el coraz�n de las luchas pol�ticas hoy d�a, el uso generalizado de la guerrilla de la comunicaci�n para arruinar los mecanismos de captura de la propiedad intelectual, los media y las instituciones oficiales del arte y la pol�tica, la manipulaci�n de constelaciones culturales enteras (como la "cultura pop") para desviar sus elementos en un sentido emancipador y construir narrativas de masas pol�ticamente orientadas, literatura-guerrilla, sabotaje del comercialismo, etc.: todo eso y m�s fue el Luther Blissett Proyect, que arruin� el prestigio de los presupuestos sobre el artista "individual y propietario" de los creadores "medios" y volvi� locos durante a�os a los periodistas y editores que aceptaban tan contentos el vistoso "material negro" que se les hac�a llegar discretamente bajo el "logo" LB (libros "falsos", rumores y personajes inventados, leyendas, etc.) en campa�as de "guerra ps�quica" perfectamente preparadas (2).
Con el nombre m�ltiple, los futuros Wu Ming firman adem�s Q (edici�n castellana: Mondadori, 2000), una formidable novela de aventuras emplazada a lo largo de los primeros 30 a�os de la Reforma, sacudidos violentamente por las grandes sublevaciones campesinas que aspiraban a realizar inmediatamente el para�so en la tierra. Los autores confiesan haber situado la novela en esa �poca porque todos los elementos que constituyen nuestra modernidad est�n de alguna manera all� presentes, in nuce: comunicaci�n de masas, pugnas por la libre circulaci�n del conocimiento, �xodos masivos, capitalismo financiero, insurrecciones que expresan las significaciones que nutren el moderno proyecto de autonom�a "todav�a en un lenguaje religioso", etc. Este "western teol�gico", traducido a multitud de idiomas, es uno de los resultados m�s brillantes en la creaci�n de mitos con sello Luther Blissett. Todos los aspectos que hacen irresistible la lucha pol�tica se transmiten con un estilo electrizante: disputas te�ricas interminables, encuentros ins�litos, hermosas empresas sin porvenir, enemigos imbatibles, traiciones sorprendentes, exaltaci�n compartida, viajes clandestinos, etc. Los autores de Q imponen adem�s a la edici�n del libro una declinaci�n de la f�rmula conocida como copyleft (3): se autoriza la libre reproducci�n del libro por todos los medios excepto para usos comerciales. As�, para indignaci�n y rabia de las SGAE de turno, cualquiera puede fotocopiar el libro y regalarle una copia a un amigo. Una punta de lanza important�sima en el conflicto pol�tico por la libre reproducci�n de los productos de la inteligencia colectiva contra todas las modalidades de propiedad intelectual que privatizan los cerebros y criminalizan la compartici�n de saberes (4). Mediante el copyleft, seg�n afirman los autores de Q, "se defiende nuestro trabajo y el trabajo del editor y, al mismo tiempo, la libertad de los lectores de disfrutar y manipular lo que nosotros escribimos".
Luther Blissett nace con los d�as contados, al menos para las columnas italianas de la iniciativa. El proyecto tiene una vida programada de cinco a�os, aparece con los zapatistas en el 94 y desaparece con la revuelta de Seattle en el 99, durante un suicidio ritual, el Seppuku japon�s (5). "Como dijo el incomparable Cary Grant, es mejor dejarlo demasiado pronto, para que la gente quiera m�s, que demasiado tarde, cuando la gente empieza a aburrirse", dijeron los autores de Q para explicar esa decisi�n. El estilo Blissett para entonces se hab�a extendido por todo el mundo. �Acaso no son los suyos los rasgos m�s relevantes del movimiento de resistencia global que ha sacudido la escena pol�tica mundial como desde hace mucho tiempo nadie hac�a (6)?: la importancia fundamental concedida a la comunicaci�n, no como un canal por donde transmitir mensajes pol�ticos (ya fuesen radicales o m�s tradicionales), sino como un �mbito m�s de intervenci�n pol�tica; la cr�tica radical de las nuevas "enclosures" que el capitalismo impone sobre las "tierras comunales creativas" (7); la propuesta de s�mbolos ciegos que representen el car�cter irrepresentable del movimiento global (los pasamonta�as zapatistas, por ejemplo); la ambig�edad constituyente que sortea los callejones sin salida formateados por la l�gica identitaria ("local, global", "violencia, no violencia", "reformismo, revoluci�n", "amigo, enemigo", etc.), etc.
Desde Chiapas hasta G�nova, la intervenci�n sobre las representaciones, los deseos y los afectos de la multitud global se ha vuelto una cuesti�n pol�tica de primer orden que supera las arbitrarias oposiciones entre teor�a/pr�ctica et alii. Las f�bulas de Marcos, los pasamonta�as "detr�s de los cuales estamos ustedes", las manifiestos desobedientes, la sola menci�n de Seattle o Praga, la estampa de Carlo Giuliani asesinado, los monos blancos, el "otro mundo posible", la f�rmula del asedio a las zonas rojas como "espacios sin derechos", etc., condensan aspiraciones y temores de la "sociedad civil global". Son im�genes que, como ocurre con las buenas im�genes que vemos en el cine o transmite el arte, "permanecen en la mente y all� trabajan en silencio". El repertorio mitol�gico del movimiento global es un arma cuya importancia s�lo puede escapar a los que comparten con el neoliberalismo que el motor del ser humano son las motivaciones econ�micas y que lo dem�s pertenece a una suerte de "superestructura" derivada. Pues bien, los miembros del colectivo Wu Ming han participado como artesanos an�nimos de enorme importancia en la "guerra de met�foras" durante la que el movimiento de resistencia global consigui�, mediante un juego habilidoso de espejos y en un lapso asombrosamente breve de tiempo, reflejar al mundo entero la imagen intolerable de unos poderosos encerrados en sus castillos y sus zonas rojas decidiendo el contenido y la calidad de la vida de todos y cada uno, mientras eran asediados por una multitud airada y alegre de desheredados. Lo hicieron en los Monos Blancos, por ejemplo, un experimento pol�tico de enorme inter�s nacido al calor de los centros sociales italianos (8). La imagen que devolv�an esos enormes espejos resueltamente manejados era tan infame que los propietarios del mundo decidieron romperlos en a�icos al precio que fuera: les cost� dos balas en la cabeza de Carlo Giuliani el 20 de julio del a�o 2001 en la Piazza Alimonda de G�nova, el ataque brutal a una manifestaci�n de 300.000 personas al d�a siguiente, que Amnist�a Internacional defini� como la m�s grande y masiva violaci�n de derechos humanos en la Europa de posguerra, y decenas de compa�eros salvajemente torturados por la polic�a ascendida a soberana absoluta en un estado de excepci�n temporal (9). Los textos de Wu Ming captan, como pocos otros m�s, la intensidad y el drama del acontecimiento-G�nova, su naturaleza m�s honda, la atm�sfera de pesadilla que reinaba en la ciudad y tambi�n la belleza y la superioridad �tica del gesto de desaf�o desobediente, que para muchos de nosotros conforman un peque�o 68 en-nuestras-cabezas, aunque el provincianismo insoportable que rige las mentes que "piensan" en Espa�a no le haya dedicado ni un minuto (s�lo lo hicieron para cubrirlo de mierda) (10). Su posici�n como "observadores" era privilegiada en G�nova, porque ocupaban la primera fila del cortejo "desobediente" que trat� de alcanzar la zona roja mediante el recurso a dispositivos de protecci�n no agresivos (pl�sticos, escudos, cascos, gomaespuma, etc.). Y es que en el movimiento global no hay "intelectuales" que iluminen el sentido de la acci�n pol�tica que llevan a cabo otros, las relaciones entre pensar, contar y hacer se han trastocado hasta un punto que quiz� animar�a a Hannah Arendt a escribir una segunda parte de La condici�n humana (11).
La participaci�n de Wu Ming en el "movimiento de movimientos" siempre ha estado muy ligada a la narraci�n de sus victorias, sus impasses y sus cat�strofes, a la elaboraci�n del inmenso material po�tico que proporciona la actividad de m�ltiples fuerzas an�nimas en marcha, a la producci�n de historias y sentido, a la creaci�n de mitos. Cuando se habla de mitos y pol�tica, uno evoca inmediatamente la figura de George Sorel, calumniado y malentendido durante mucho tiempo, seg�n los mismos Wu Ming. Pero Sorel no se equivocaba cuando defin�a los mitos por contraste con las utop�as: �stas nos describen modelos acabados (sean paradis�acos o pesadillescos), los mitos sin embargo expresan la fuerza de una comunidad, "alarman de aventura" los o�dos de quienes los escuchan, devuelven la confianza (que no la fe) en las propias posibilidades, en la propia potencia, que se renueva en el mismo acto de escuchar el relato m�tico. Quitan el miedo, vaya. El mito tiene (y ha tenido siempre, si hacemos caso a los antrop�logos) una relaci�n directa con la noci�n de "milagro", la causa incausada de nuevas conexiones causales, la capacidad humana de "empezar de nuevo" en la que consiste la pol�tica. �Cu�ntos relatos cinematogr�ficos, novelescos, cotidianos, no transmiten esa idea: "todav�a no est� todo visto", y provocan as� ese "estado de conciencia �pico" que ped�a Sorel a los mitos! Por su lado, la pol�tica, la acci�n colectiva de autoinstituci�n de la sociedad, es el �mbito de la actividad humana en el que se expresa mejor el exceso que supone cualquier lazo social a las consideraciones mecanicistas o funcionalistas. La acci�n pol�tica es el �mbito de lo heroico y lo superfluo, de la excelencia y la sobreabundancia; y por eso le viene como un guante el "lenguaje del entusiasmo" en que consisten los mitos. Es verdad que la reflexi�n sobre los mitos de Sorel no sorteaba algunos obst�culos que pod�an desembocar finalmente en la justificaci�n de formas m�ticas trascendentes (L�der, Modelo, Origen, etc.) que disciplinasen a los sujetos educ�ndoles en la sumisi�n gregaria a la voluntad de los tribunos. La cristalizaci�n del material m�tico en una serie de "palabras-propaganda" que sometan el porvenir a la repetici�n de lo previsto por esquemas supuestamente infalibles es el "reverso tenebroso" de la fuerza mitopoi�tica. Wu Ming advierte de ello una y otra vez, pero tambi�n considera con extrema lucidez que ese obst�culo no se supera abandonando la producci�n m�tica y optando por la "desmitificaci�n" como modalidad de cr�tica pol�tica. No. Ese fondo magm�tico del ser humano que da sentido(s) a su(s) mundo(s) mediante el relato de historias no se deja apaciguar as� como as�. Habr�a que extirpar del ser humano la tendencia a la admiraci�n o a la curiosidad, por ejemplo. Se trata m�s bien de intervenir en la producci�n de sentido desde los territorios de la inmanencia, orient�ndola, atravesando las olas de s�mbolos con el virtuosismo de un surfista. La lucha no es: mito o no mito, sino mito o fetiche. Para no convertirse en fetiches, los mitos deben ser todo lo contrario del "aura" seg�n Benjamin, esto es, reproducibles y perfectibles (12). Una narrativa de emancipaci�n es lo contrario de una teolog�a: no anima la negaci�n del cuerpo y de los otros en beneficio de ciertas ideas, sino que crea lenguajes comunes a partir de las singularidades y sus trayectorias existenciales. En ese sentido, G�nova desencaden� una producci�n m�tica ejemplar: los relatos de lo que hab�a ocurrido all�, del miedo y la desnudez de los cuerpos vejados, de la tragedia y la extraordinaria fuerza colectiva expresada, se multiplicaron, atravesaron el planeta en boca de mil modernos bardos y trovadores, se perfeccionaron entre todos, hicieron volar en pedazos las interpretaciones oficiales que pretend�an imponerse, circularon en construcci�n permanente en todos los "soportes" posibles, etc. La elaboraci�n colectiva de aquella experiencia de "viaje inici�tico" desbord� por todos lados las mentiras oficiales y el silencio que pretend�a decretar la violencia.
Los mitos trascendentes que narran las acciones ejemplares de determinados h�roes del sacrificio tienen afortunadamente cada vez menos influencia en la producci�n de la subjetividad militante. Ya nadie se siente impelido a imitarlos. Ahora nos encontramos con otros s�mbolos m�s adecuados a una �poca que ha debilitado enormemente la frontera entre producci�n y reproducci�n, una �poca que basa en buena medida la creaci�n de valor en la "recuperaci�n" de los valores fuertes de los movimientos pol�ticos de los a�os sesenta y setenta: imaginaci�n, creatividad, lenguaje, comunicaci�n, virtuosismo, cualidades de autoorganizaci�n, flexibilidad, afectos, etc. Pero Wu Ming saca las conclusiones opuestas a muchos derrotistas que lamentan amargamente esa "recuperaci�n": no se trata de condenar toda experimentaci�n pol�tica desde posiciones de nostalgia y resentimiento (13), sino de pujar por un exceso de imaginaci�n creadora que no se pueda contener o parasitar o contentar. Si hoy una de las fuerzas productivas principales es el lenguaje, �como no va a tener una importancia pol�tica de primer orden la lucha en el terreno de las significaciones, el combate entre el vaciado de contenidos fuertes de la banalizaci�n medi�tica, la propaganda de guerra o el lenguaje empobrecido que se impone en muchas empresas de servicios y la polisemia fecunda de las narraciones m�ticas pol�ticamente orientadas! El segundo de a bordo de Bill Clinton dijo que la fuerza de trabajo m�s importante de este siglo la compondr�an los "manipuladores de s�mbolos, datos, palabras". La pugna est� entre la sumisi�n a la manipulaci�n mec�nica de signos y el exceso simb�lico de los relatos que penetren hasta la fibra m�s profunda y animen la autonom�a individual y colectiva. Cuando la comunicaci�n est� en la base del sistema econ�mico-productivo, las comunidades pueden formarse a trav�s del lenguaje, sin que eso signifique que son comunidades ficticias o ilusorias. Luther Blissett como nombre m�ltiple que expresaba el amor por el lenguaje y la comunicaci�n de los nuevos sujetos productivos, y la consiguiente revuelta contra todas sus modalidades de instrumentalizaci�n, fue un experimento formidable en ese sentido. Wu Ming retoma ahora esa apuesta, madurada por m�s a�os de reflexi�n y experiencia. Libertad de lenguaje significa, hoy m�s que nunca, abolici�n del trabajo asalariado (14).
En la v�a Tolemaide de G�nova, donde la polic�a detuvo el cortejo desobediente a balazos, am�n de gases lacrim�genos y furgonetas lanzadas contra la multitud, muchos sintieron ya un temblor de tierra que anunciaba la "guerra global permanente" que las �lites gobales desencadenar�an tras el 11 de septiembre. Se acab� la "belle �poque" del neoliberalismo. Ahora la guerra se inscribe de modo muy expl�cito en la constituci�n material de la civilizaci�n capitalista, ya sin m�scaras. Wu Ming est� excepcionalmente emplazado para pensar los rasgos fundamentales de una �pica que anime a hacer la "guerra a la guerra": Italia es ahora mismo �como ya lo ha sido en otras ocasiones- el mayor laboratorio de acci�n pol�tica antagonista de Europa. Durante un a�o entero, se han sucedido cotidianamente las iniciativas contra el r�gimen global de "guerra infinita": desde las enormes manifestaciones contra la intervenci�n estadounidense en Afganist�n hasta la huelga general contra el gobierno Berlusconi de la primavera pasada, pasando por la acciones de "diplomacia desde abajo" de un buen pu�ado de italianos integrados en la caravana "Action for Peace" en Palestina durante la ofensiva israel� de abril. Como no pod�a ser de otro modo, el gang mafioso y racista que compone el gobierno Berlusconi declina a su modo la sempiterna "estrategia de la tensi�n" y hace resucitar a unas fantasmales "Brigadas rojas" para sembrar desconcierto e impotencia entre los actores m�s activos del "movimiento de movimientos" italiano. Toda la sociedad italiana est� en efervescencia, el movimiento agrupado en torno a los Social Forum que han proliferado por toda Italia se ha convertido en una de las fuerzas fundamentales de oposici�n a Berlusconi. Las inmensas cuestiones a todos los niveles que suscita la acci�n pol�tica en estas circunstancias de "guerra global permanente", de guerra econ�mica, pol�tica y social contra la humanidad entera, ocupan muchos de los textos de Wu Ming agrupados en Esta revoluci�n no tiene rostro.
De todas formas, la situaci�n de Wu Ming ha cambiado de un tiempo a esta parte y el grupo se encuentra ahora en otra fase, cuya cartograf�a es todav�a una inc�gnita. Wu Ming ha abandonado la corriente que llev� de los Monos Blancos a los Desobedientes (15) porque, a su juicio, durante la metamorfosis se perdi� el esp�ritu de apertura y contaminaci�n que define al "movimiento de movimientos" y se sustituy� la lectura pol�tica viva del periodo presente, y la consiguiente l�nea pol�tica concreta, por un "lenguaje de palo" incapaz de aprehender los procesos reales en marcha. Seg�n Wu Ming, las coordenadas anal�ticas que sirvieron para aferrar las transformaciones en curso durante un cierto periodo ahora se revelan inservibles:
"En lo que se refiere a Imperio, estoy convencido de que, en este momento, se trata de una categor�a poco �til, y al leer los materiales escritos inmediatamente despu�s del 11 de septiembre los encuentro demasiado "ideol�gicos", como si la realidad debiese adecuarse a la fuerza a categor�as preexistentes y de moda. El an�lisis de Negri y Hardt ten�a fecha, se refer�a a una fase anterior del orden mundial, al neoliberalismo, a la new economy, al "clintonismo" y a un multilateralismo que, en estos momentos est� en crisis. Ahora estamos en la fase del "nacional-liberalismo", de la austeridad y del "keynesianismo militar". Una fase diferente que necesita de otras categor�as y de otra �pica. No necesariamente todo lo que han escrito Negri y Hardt debe ser dejado a un lado, pero hay mucho que investigar. Tratamos de evitar lecturas desalentadoras, que producen sobre todo una sensaci�n de impotencia y que no revelan nada sobre la complejidad y la fuerza-invenci�n del movimientos de los cuales nosotros hemos escuchado el llanto de un reci�n nacido. Tambi�n las formas de la guerra ("preventiva", "global permanente" o como quiera llam�rsela) cambiar�n a causa del conflicto. Evitemos, si es posible, producir una nueva jerga te�rica llena de palabras-contrase�a. No tenemos ninguna necesidad de un lenguaje reiterativo y alienante, hecho de "ritornelos"identitarios y de conceptos vac�os. �sta es la mejor forma de, por decirlo en t�rminos de Bifo,"abandonar las ilusiones y prepararse para la lucha", que es tambi�n la lucha contra nuestras ilusiones de ayer" (16).
Pero, por otro lado, Wu Ming prosigue su trayecto: narraciones de todo tipo (novelas, textos de combate, infiltraci�n en la cultura de masas, etc.), mitopoiesis, investigaci�n de signos de creatividad y gestos de rechazo en los modos de vida que se dan en los intersticios entre el underground y la acci�n pol�tica, creaci�n de una comunidad viva de lectores, oposici�n a la propiedad intelectual, b�squeda de una �pica adecuada al momento hist�rico, con todas las "desviaciones" oportunas y los replanteamientos necesarios, militancia dentro del movimiento global y del espec�fico movimiento italiano, en el esp�ritu que ten�an los primeros Social Forums de abrir espacios de cooperaci�n entre diferentes y evitar en lo posible todas las formas de canibalismo pol�tico que han devorado a la izquierda desde hace d�cadas, etc. Pescando, distribuyendo, contando y riendo siempre, "riendo de frente al horror, para resistir, riendo de frente al peligro, para redimensionarlo, riendo para incendiar los tigres de papel".
1. Por ejemplo, Gabriel Albiac aqu�: http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_10937.html
2. P�nico en las redes; teor�a y pr�ctica de la guerrilla cultural, Luther Blissett, Literatura Gris (Madrid, 2001). M�s informaci�n en: http://www.altediciones.com/0022.htm
3. L�ase: http://www.gnu.org/copyleft/copyleft.html o http://www.fsf.org/licenses/gpl.html
4. En Indymedia-Madrid (acp.indymedia.org), se pueden encontrar informaci�n y enlaces: http://acp.sindominio.net/article.pl?sid=02/07/23/2054203&mode=thread
5. Aqu� puede leerse una explicaci�n de Roberto Bui (Wu Ming 1) sobre el Seppuku de Luther Blissett: http://www.altediciones.com/roberto.txt
6. La publicaci�n Desobediencia Global ha explicitado e ilustrado alguno de esos rasgos: http://www.sindominio.net/unomada/desglobal/
7. M�s informaci�n, por ejemplo, en: http://www.creativecommons.com/
8. Una buen repaso de los aspectos m�s interesantes de Tute Bianche es, por ejemplo, la declaraci�n de su portavoz, Luca Casarini, ante el parlamento italiano tras G�nova: http://www.wumingfoundation.com/italiano/Giap/casarini_es.html
9. Se puede encontrar mucha informaci�n en castellano, por ejemplo aqu�: http://www.sindominio.net/genova/
10. Un art�culo digno de un buen tartazo es, por ejemplo: http://www.elpais.es/articulo.html?anchor=elpepiint&xref=20010722elpepiint_7&type=Tes&date=
11. Alguna pista sobre esto, puede hallarse en este formidable art�culo de Paolo Virno: http://nuevproyhist.tripod.com.ar/nuevproyhist/id4.html (aparecer� pronto en una recopilaci�n de textos de Virno que editar� Traficantes de Sue�os).
12. Puede leerse, a la inversa, como ejemplo de "auratizaci�n" o "estetizaci�n perversa" de la pol�tica, esta acertada historia de la Internacional Situacionista: http://www.altediciones.com/ash/critica03.htm
13. Puede leerse, como ejemplo de esta tristeza intelectual, cualquiera de los panfletos siguientes: http://netmc.9online.fr/VersusActuel/Amoros00.html
14. L�anse seguidos estos dos textos: "Las palabras cautivas", de Mustapha Khayati (Hiru, 1999) y "Algunas notas sobre general intellect" de Paolo Virno (http://www.nodo50.org/mrg-torrent/textos/html/alnoin.htm), que aparecer� pronto en papel en la recopilaci�n de textos de Virno editada citada anteriormente.
15. El manifiesto de fundaci�n del Laboratorio de los Desobedientes (http://www.disobbedienti.org/) puede leerse aqu�: www.sindominio.net/guerra
16. Comunicaci�n directa de Wu Ming al autor de este pr�logo. Franco Berardi, Bifo, es un personaje hist�rico de la autonom�a italiana, que sigue muy activo. Sobre la coyuntura actual, pueden leerse los siguientes textos (al �ltimo hace referencia la cita de Wu Ming):
http://acp.sindominio.net/article.pl?sid=02/09/07/0056231&mode=thread
http://acp.sindominio.net/article.pl?sid=02/10/03/1635206&mode=thread
http://acp.sindominio.net/article.pl?sid=02/10/11/0131226&mode=thread