wu-ming - Declaración
de propósitos
-1-
Wu-ming es un laboratorio de diseño literario
que trabaja con diversos medios y en diferentes proyectos.
La marca de fábrica wu-ming está administrada por un colectivo
de agitadores de la escritura que han constituido una empresa independiente
de “servicios narrativos”. Tomamos esta expresión en su sentido más amplio
para abarcar todas las actividades que relacionan a la literatura con los
nuevos medios de difusión.
Los fundadores de wu-ming somos Roberto Bui, Giovanni Cattabriga,
Luca Di Meo y Federico Guglielmi (miembros del Luther Blissett Project durante el quinquenio 1994-1999 y autores
de la novela Q), aunque los nombres
no tienen importancia. Tanto es así, que en chino mandarín wu-ming significa “sin nombre”. En China se usa frecuentemente esta
expresión para firmar escritos disidentes. El nombre da cuenta de nuestro
firme propósito de no convertirnos en divos, pacíficos novelistas de salón
ni monos de repetición de certamen literario. Por el contrario, en el nuevo
proyecto sobreviven, oportunamente modificadas, muchas de las características
que han engrandecido el Luther Blissett
Project: propuesta y contenido radicales, deslizamientos de identidad,
heterónimos, y tácticas de guerrilla de la comunicación. Todo ello aplicado
a la literatura y, más en general, con la intención de contar
historias (independientemente del lenguaje y del soporte: novelas, guiones
de cine o teatro, reportajes para medios de información, argumentos para videojuegos
o juegos de mesa, etc.) o de trabajar con historias escritas por otros (editing,
caza de talentos, consultoría editorial, traducciones de y a diversos idiomas,
etc.).
Igual que en los meses siguientes a la publicación de Q, nuestra línea de conducta será: “estar
presentes pero no aparecer; transparencia
frente al lector y opacidad frente a los medios”. Este comportamiento no debe
confundirse con el no prodigarse de Thomas Pynchon o de J. D. Salinger: wu-ming
se "ensucia las manos" en la promoción de sus productos (entrevistas,
presentaciones públicas de libros, etc.) siempre que no degeneren en divismo
aburrido (sesiones fotográficas, apariciones en TV, cotilleos, etc.). Wu-ming
opondrá una cortés negativa a las peticiones de imágenes y pedirá que en su
lugar se imprima o emita su logotipo oficial, compuesto por los dos ideogramas
chinos que forman su nombre.
La adopción de un nombre chino se debe también a nuestra convicción
de que el futuro de la humanidad depende en gran medida de lo que sucederá
o está sucediendo en el Lejano Oriente. Ninguna consciencia ecológica y social,
ninguna crítica práctica de los desequilibrios existentes entre el crecimiento
demográfico, el control de los recursos y el saqueo capitalista, puede prescindir
hoy en día de la construcción de puentes culturales con el Extremo Oriente
y en particular con la China continental. Ahí es donde se juega casi todo,
tanto lo que se refiere a la catástrofe global (humana, medioambiental...)
como en lo referente a la búsqueda de una alternativa. Ahí es adonde está
yendo el imaginario del planeta.
La forma en la que wu-ming aborda la producción cultural implica
una burla constante contra cualquier prejuicio idealista y romántico sobre
el genio, la inspiración individual y demás mierdas semejantes. Wu-ming intenta
poner en crisis la lógica del copyright. Nosotros no creemos en la propiedad
privada sobre las ideas. Como en el Luther Blissett Project, los productos que lleven el nombre de wu-ming
—independientemente del soporte, papel, informático u otro, en el que vayan—
estarán libres de copyright, con las especificaciones y limitaciones que wu-ming
estime necesarias en cada ocasión. En lo que se refiere a las colaboraciones
oficiales entre wu-ming y otro sujetos individuales o colectivos, esta cuestión
será negociada caso por caso. El hecho de que sea una empresa de trabajo intelectual
—el agente más típico del capital postfordiano— quien desee superar los mitos,
ritos y detritos de la propiedad intelectual constituye una fecunda paradoja
que lleva el conflicto al mismo corazón del mercado, más allá de la actuación
de un sujeto informal como es el Luther Blissett Project. Si uno desea buscar
un parecido, wu-ming intenta ponerse en el mismo terreno que los programadores
y "emprendedores" que están elaborando software con licencia GNU
o “software libre”.
Nota: wu-ming renuncia a los derechos de autor correspondientes
a las versiones en castellano de sus obras editadas en la República de Cuba.
Esto pretende ser una modesta contribución al relanzamiento de la actividad
editorial y cultural en esa isla, actividad sometida a dura prueba al perdurar
el criminal embargo económico decidido e impuesto por los Estados Unidos.
-2-
Wu-ming es una empresa
política autónoma. "EMPRESA" porque los trabajadores intelectuales
de todo el mundo —no nos gusta la palabra "artistas"— deben recuperar,
desde abajo pero con la clara intención de llegar a lo más alto, esta fórmula
contra el parasitismo de las grandes empresas y de los dinosaurios estatales
andropáusicos. No basta con ser free-lance, es necesario ganar más fuerza y establecer un control
creciente sobre el proceso de producción y los productos de nuestro trabajo
creativo. “AUTÓNOMA” porque wu-ming nunca pedirá subvenciones estatales: apostamos
únicamente por que el trabajo intelectual tome valor por sí mismo y por nuestra
capacidad como "emprendedores". Wu-ming no busca subordinarse a
las burocracias locales, regionales, estatales ni europeas, sino relaciones
en pie de igualdad con las empresas con las que tenga tratos. “POLÍTICA” porque
han pasado ya los tiempos de la figura del intelectual separado de los mecanismos
de producción social (y, por lo tanto, de la política, que no tiene ninguna
autonomía). Hoy en día la información es la fuerza productiva más importante.
La que antes solíamos llamar “industria cultural” está conectada dinámicamente
con toda la galaxia de mercancías y servicios. Todo es "multimedia"
(palabra que ya suena vieja por ser un pleonasmo), y ya no tiene sentido la
antigua distinción entre saber técnico y saber humanístico. ¿Qué estatuto
privilegiado puede ya reclamar para sí un escritor cuando narrar historias
es sólo una de tantas tareas del trabajo intelectual, de una gran cooperación
social que integra la programación de software, el diseño, la música, el periodismo,
la información, los servicios sociales, la política del cuerpo, etc.?
En consecuencia, el "artista creador" ya no tiene
opción a implicarse o no; el trabajo
intelectual en todos sus aspectos cae dentro de los mecanismos empresariales,
es en realidad la principal fuerza de (re)productiva. El “trabajador creativo”
no tiene manera de abstraerse, de dejar de intervenir. Escribir ya es producir,
narrar ya es política. Algunos comprenden esto, el resto integran la legión
de los reaccionarios, cómplices o desconocedores.
-3-
¿Qué tipo de historias interesan a wu-ming?
Ante todo, historias que tengan un principio y un fin, con
un argumento en medio. Los experimentos son aceptables única y exclusivamente
si ayudan a narrar mejor. Si la experimentación es sólo una excusa tras la
que se esconden narradores mediocres o pésimos, por nuestra parte, se la pueden
meter en el culo. Lo que nos interesa son historias de conflictos, tejidas
en los telares de donde salen la épica y los mitos, que adopten los mecanismos
y estilos del genero de ficción, de la biografía épica, de la investigación
militante, o de la microhistoria. Novelas que obtengan materia viva de la
penumbra de la historia, historias verdaderas contadas como ficción o viceversa.
Recuperación de vicisitudes olvidadas en medio o en los aledaños de las cuales
se desarrolle nuestra trama.
“Nuestra narración ininterrumpida
es confusa más allá de toda verdad o juicio retrospectivo. Por ello, sólo
una verosimilitud radical a ultranza puede encuadrarla en su perspectiva.”
(James Ellroy, prólogo de American Tabloid).
Lo que cuenta es mantener una distancia de años luz entre nosotros y la narrativa
burguesa: el verdadero protagonista de la historia no es el Gran Héroe ni
el individuo mónada, sino una multitud de anónimas figuras secundarias y detrás
de ellas (o a través de ellas) el enjambre de sucesos, destinos, movimientos
y vicisitudes sin nombre. “En el fresco
soy una de las figuras del fondo. En el centro destacan el Papa, el Emperador,
los cardenales y los príncipes de Europa. A los lados, los agentes discretos
e invisibles, que asoman entre las tiaras y las coronas, pero que sostienen
en realidad toda la geometría del cuadro, lo llenan y, sin hacerse notar,
permiten que todas esas cabezas ocupen el centro.” (Q en la primera frase
de su diario). Queremos contar la formación, el nacimiento y el movimiento
de la multitud, que no tiene nada que ver con la masa, bloque homogéneo para
ser movilizado o “agujero negro” para ser sondeado a golpe de encuesta. Multitud
es “un horizonte de corporeidad manifiesta y salvaje multiplicidad. Un mundo
de entrelazamientos y combinaciones físicas, de asociaciones y disociaciones,
de fluctuaciones y de materializaciones, que sigue una lógica perfectamente
horizontal, que pone en acto el cruce paradójico entre causalidad y casualidad,
entre tendencia y posibilidad, he ahí la dimensión original de la multitud.”
(Antonio Negri, Espinoza subversivo).
En resumen, wu-ming intenta dar valor a la cooperación social
tanto en la forma de la producción
como en su sustancia: la fuerza
del colectivo es al mismo tiempo contenido y expresión de la narración.