INFORME DE LOS MONOS BLANCOS ANTE LA COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN
SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DE GÉNOVA
El informe que me dispongo a leer y a entregarles es fruto de una redacción colectiva elaborada en el seno del movimiento de los Monos Blancos. Es una contribución parcial, pero importante para la reconstrucción de los acontecimientos de Génova, para su desarrollo concreto y para el clima político en que se han verificado. Antes de realizar cualquier razonamiento, conviene hacer algunas precisiones: Luca Casarini es uno de los portavoces de los Monos Blancos, no el "líder" o el "jefe". Los Monos Blancos han de entenderse como una agregación social y política abierta, horizontal, que se organiza a partir de redes y no bajo la forma de un partido. Por esta razón, no hay líderes, sino portavoces que desarrollan las funciones de comunicación, divulgación y declaración en nombre de asambleas que deciden. Los Monos Blancos se reconocen plenamente en el GSF (Genoa Social Forum) y en su único portavoz Vittorio Agnoletto; Luca Casarini es miembro, como otros portavoces de los Monos Blancos, del consejo de los portavoces del GSF; Luca Casarini y los Monos Blancos se reconocen plenamente en el informe unitario presentado por el GSF ante esta comisión y han contribuido a su redacción. Esta memoria tratará, en particular, sobre los hechos a los que, yo personalmente y los Monos Blancos en general, asistimos; intentará asimismo proporcionar a los miembros de la comisión el máximo número posible de elementos, incluso de contexto, sobre todo lo ocurrido. Intentar echar luz sobre los acontecimientos de Génova, sobre cómo se desarrollaron las cosas y sobre su significado, es una tarea y una responsabilidad, personal y colectiva, que, según nuestra opinión, es de interés general para toda la sociedad civil y para todo aquel que crea profundamente en la democracia y en su defensa en este país. La discusión sobre Génova, sobre la reunión del G8 empezó en el seno de los Monos Blancos muchos meses antes de julio de 2001. Implicó de manera abierta y pública a miles de jóvenes y menos jóvenes en centros sociales, escuelas, universidades, centros de trabajo, asociaciones. No hay ni hubo "niveles ocultos" de discusión sobre qué hacer en Génova: el 90 por ciento de la discusión se centró en las razones de ir a Génova, en las razones por las que oponerse al G8 y a lo que representaba, en las razones por las que en el mundo existe un movimiento que desde Seattle en adelante pone radicalmente en tela de juicio la globalización neoliberal y sus estructuras, desde la OMC a la OTAN, desde el G8 al FMI. No hay ni hubo jamás "segundas intenciones" ocultas, tales como la caída del Gobierno Berlusconi a través de las movilizaciones en las calles, detrás de las movilizaciones de Génova. Ciertamente, tanto yo como los Monos Blancos somos opositores políticos del Gobierno Berlusconi y de los proyectos neoliberales y de corte autoritario y liberticida que, como estamos profundamente convencidos, éste gobierno representa. Pero nunca redujimos la cita de Génova a una simple, por así decirlo, cuestión nacional. Estuvimos y yo personalmente estuve en Seattle, en Praga, en Niza, en Quebec y en todos aquellos lugares en donde este movimiento se ha expresado. Aunque en el gobierno hubiese estado el Olivo, habríamos realizado todos los esfuerzos para llevar a Génova el mayor número de gente posible y para oponernos al G8. Es innegable que la subida al gobierno de la derecha nos ha preocupado mucho. Aquellos que siempre, incluso desde la oposición, nos han combatido con todos los medios y nos han definido en más de una ocasión como un tropel de delincuentes o terroristas, no gozan de nuestra confianza cuando controlan aparatos estatales tales como la policía, los servicios, los carabineros. Creo que es comprensible. Aquellos que han hecho de la "mano dura" contra los centros sociales uno de los puntos fuertes de su programa durante la campaña electoral, sólo pueden suscitar preocupación en nosotros cuando también controlan directamente el "monopolio del uso de la fuerza". Por lo que se refiere a la esfera política, toda la mayoría, sus propósitos y programas políticos, nos han parecido todavía más directamente relacionados con el sistema de desarrollo y gobierno global al que nos oponemos en todo el mundo. Así pues, es cierto que estas valoraciones estuvieron y están presentes, pero nunca pensamos que el objetivo pudiese ser "usar" el G8 para derrocar a Berlusconi. Sinceramente, la apuesta nos parece mucho más alta y la partida mucho más compleja; abarca las razones de la existencia del modelo neoliberal global, las decisiones políticas y sociales que se toman a escala mundial y, ciertamente, esta partida no se resuelve con la caída de una mayoría y la subida al poder de otra. Además, este movimiento nace en Seattle durante la era Clinton y se opone firmemente también a los proyectos neoliberales del New Labour de Tony Blair, aunque no estén alineados en el centroderecha. Por tanto, aunque sea cierto que la llegada al gobierno de Berlusconi, Bossi y Fini nos ha preocupado mucho, el objetivo de la movilización de Génova no era simplemente una oposición al Gobierno italiano. Enfrentarse al Gobierno mundial, el del G8, nos parecía y nos parece una tarea mucho más difícil, pero también necesaria e importante. Por lo que se refiere a las escuchas que alguien realizó (no sabemos ni quién ni Cómo) de mis supuestas conversaciones o las de otros de nosotros sobre la intención de hacer "caer" a Berlusconi u otras barbaridades similares, que sirva de respuesta todo lo mencionado anteriormente. Más adelante, retomaré el tema de las escuchas telefónicas, revelaciones, dossieres y actividades de espionaje y otros controles secretos, puesto que parece ser un hecho consolidado y, en el caso de Génova, presenta un aspecto, por lo menos, inquietante.
La declaración de guerraHemos decidido empezar por nuestra "Declaración de guerra a los poderosos de la injusticia y de la miseria', pronunciada en el Palazzo Ducale, el 26 de mayo de 2001, la cual suscitó mucho interés. La Declaración utilizaba un lenguaje alegórico y fue leída durante un verdadero ritual que reforzaba todavía más su carácter simbólico. Con ésta expresábamos nuestra firme y clara oposición reafirmada por todo el GSF a las políticas neoliberales del G8. Como es sabido, las reuniones de los Ocho Grandes no se fundamentan en ninguna normativa o tratado internacional; se trata de un "órgano informal" que impone y dispone decisiones de política económica pasando por alto los espacios del debate y de la mediación. La guerra es una alegoría nefasta, pero dichas políticas son nefastas, fomentan la guerra, y lo hacen literalmente. Nuestra figura retórica servía asimismo para evocar el proceso de militarización de la ciudad de Génova: el día 25 de mayo apareció la noticia según la cual en Génova se habrían empleado cuerpos militares para defender la cumbre. En esos días, el mismo general Angioni, ex comandante del contingente de paz en Líbano, subrayaba la desproporción de las medidas de seguridad: "En Génova se emplearán 2.700 militares, yo en Líbano disponía de 2.300". Centrándonos en la Declaración, nosotros especificamos la composición de nuestro "ejército" ("...soñadores, pobres y niños, indios del mundo, mujeres y hombres, gay, lesbianas, artistas y obreros..."), de qué armas estaba dotado y cómo las utilizaría. Nos íbamos a encontrar ante un ejército "real", e íbamos a utilizar los cuerpos como únicas armas, según las formas de la desobediencia civil que los Monos Blancos ya practicaban antes de la "Batalla de Seattle". Al final del ritual, nuestro portavoz, Luca Casarini, se aproximó a dos funcionarios de la Digos de Génova (División de investigaciones generales y operaciones especiales), a quienes entregó la Declaración. También para responder a los malentendidos más o menos interesados, a la "Declaración de guerra" adjuntamos la de paz. El "Pacto con la ciudad y los ciudadanos de Génova" (entregado públicamente al alcalde Pericu y a los periodistas el día 31/06/2001) aclaraba, de forma inequívoca, que nuestra desobediencia no implicaba ningún ataque a la ciudad, a sus bienes públicos o a las personas físicas (incluso a aquellas de uniforme), una posición ratificada y ampliada por el GSF en su totalidad. Por nuestra parte, hubiese sido un error político provocar daños en una ciudad no sólo duramente marcada por los preparativos para el G8, sino también interesada en los contenidos y en las propuestas del movimiento. Considerábamos Génova un "territorio amigo", como lo había sido anteriormente Quebec durante las manifestaciones contra la cumbre panamericana sobre el "libre comercio" (abril del 2001). Tal y como había ocurrido en la ciudad canadiense, decidimos ignorar incluso los símbolos y los logotipos de las multinacionales contra las que combatimos, concentrando nuestra acción en el Muro de la Vergüenza que delimitaba la así denominada "zona roja".
El imperio y quién lo asediaPuesto que la cumbre del GS era la reunión de lo que llamamos "el Imperio", adoptamos un lenguaje evocativo, rico en referencias al imaginario medieval (la "fortaleza", el "castillo de los señores" y, sobre todo, "el asedio"). El concepto de Imperio no tiene nada que ver con el viejo tópico del "imperialismo yanqui", como hemos especificado en más de una ocasión. Ya no nos encontramos ante estadosnación que extienden sus propios mercados y su influencia geopolítica y militar. Los mandamases son los entes supranacionales (a menudo desligados de cualquier vinculo jurídico y de cualquier conexión con la Carta de las Naciones Unidas) y enorme s corporaciones que ya no están supeditadas a la legislación de un solo estado. En algunas ocasiones, como en el caso de los últimos comicios presidenciales estadounidenses, son ellas mismas las que condicionan directamente las elecciones y las composiciones de los gobiernos nacionales, degradados a categoría de vasallos con funciones ejecutivas. Los ciudadanos se convierten en súbditos, que ni siquiera saben quién está en el trono. A menudo, la única cosa que ven del Imperio son los lansquenetes. A veces, se rebelan. Desde el punto de vista comunicativo, el texto más emblemático fue "De las multitudes de Europa en marcha contra el Imperio y hacia Génova", difundido a través de la red, leído en las plazas y reseñado favorablemente por el historiador Franco Cardini en la revista L'Espresso del 22/06/2001. Con este texto se ponía en marcha una operación mitopoyética que franqueaba de un salto el siglo XX, volviendo a recorrer los caminos de otras revueltas más antiguas. Para dar cuerpo y hacer más tangibles todas estas alegorías, imaginamos incluso una acción de calle inspirada en algunas pinturas y grabados de la época: pensamos en usar carros alegóricos dotados de arietes con los que abatir el Muro de la Vergüenza. Hablamos también de catapultas. Cabe recordar que durante la mencionada movilización de Quebec, los manifestantes habían utilizado una catapulta para lanzar ositos de peluche más allá de las barreras. En el "Pacto con la ciudad de Génova" hablamos de "una guerra... combatida con los cuerpos, con las palabras y con artilugios e instrumentos mecánicos ideados en nuestros pacíficos talleres de la fantasía". Siguiendo la enseñanza zapatista, pensábamos dotarnos de armas" que sirviesen para hablar y no, como podría pensarse, para lograr objetivos militares. Durante el debate interno del GSF sobre la oportunidad de evitar comportamientos que podrían interpretarse como "agresivos" y "ofensivos", decidimos renunciar a arietes y catapultas. "Sólo" arriesgaríamos nuestros cuerpos. Por lo que se refiere a este punto, nunca hubo ambigüedad alguna ni reticencias ni es posible imputárnoslas. Lo confirman las pruebas públicas grabadas por los telediarios, la construcción (siempre en público) de escudos y protecciones corporales, las noticias transmitidas por los medios de comunicación, incluso los esquemas publicados en los diarios que diseccionaban todas las piezas del vestuario de los Monos Blancos. Entre las múltiples "zonas oscuras" de las semanas anteriores al G8 (¿cuál hubiera sido la función de los militares? ¿Por qué vacilar con respecto a las autorizaciones de las manifestaciones y la posibilidad de utilizar los transportes? ¿Por qué otorgar espacio a comunicados de fuentes dudosas con el objetivo de aumentar la tensión?), seguramente no se encontraba la acción de calle que los Monos Blancos y los desobedientes habían elegido. Mantuvimos reuniones y asambleas con las ventanas abiertas, sin que nos importase ser escuchados, grabados o espiados. No sólo nunca hemos tenido nada que esconder, sino que además la elección de abrirnos al público fue otra de nuestras armas, la más valiosa. La publicidad y la transparencia previenen la criminalización, y permiten enfrentarse con otras personas y con experiencias diferentes. El Genoa Social Forum se construyó sobre estos cimientos. En su seno había prácticas y políticas diferentes, valoraciones contrapuestas (como en la "Declaración de guerra"), referencias culturales a veces muy lejanas (desde la encíclica Sollicitudo Res Socialis hasta los Grundrisse de Karl Marx, desde Martin Luther King hasta Luther Blissett, desde José Marti a José Bové, desde Gandhi hasta el subcomandante Marcos), sin embargo, una dialéctica franca y transparente nunca ha provocado fracturas o distinciones entre presuntos "buenos" y presuntos "malos".
El conflicto y el consensoCreemos necesario recapitular el recorrido de la desobediencia civil "protegida", desde el primer experimento hasta las jornadas de Génova. Durante casi tres años, desde el otoño de 1998, se ha experimentado una acción inédita de calle, un modo innovador de participación política y social, que no elude el conflicto sino que lo vincula indisolublemente al consenso, al proyecto, a la comunicación. La estrategia de anunciar lo que se hará y hacer lo que se ha anunciado ha sido visible y ha podido verificarse en diferentes movilizaciones: en Trieste, para permitir la entrada de una delegación de periodistas y parlamentarios para que verificasen las condiciones de intolerabilidad del CPT, centro de detención para inmigrantes "clandestinos" (octubre de 1998); en Aviano, durante la guerra de Kosovo (abril de 1999); en Milán, por el cierre del CPT de la calle Corelli (enero de 2000); en Bolonia, para impedir una concentración neofascista (mayo de 2000); en Génova, con ocasión del convenioexposición Tebio sobre las biotecnologías, para imponer el principio de precaución como salvaguarda de la salud de los ciudadanos (mayo de 2000); nuevamente en Bolonia, para protestar contra un encuentro del OCDE (junio de 2000); en Praga, para protestar contra la cumbre del Fondo Monetario Internacional (septiembre de 2000); en Ventimiglia, para oponernos a la suspensión de la libre circulación de los ciudadanos de la UE, con ocasión de la cumbre de Niza (diciembre de 2000); en Roma y en Véneto, contra Haider; en México, cuando acompañamos a los comandantes del EZLN de Chiapas a Ciudad de México, desobedeciendo la ley mexicana que impide a los extranjeros realizar actividades políticas (febrero marzo de 2001); en Trieste, con ocasión de la reunión del G8 sobre el medio ambiente, para protestar por el incumplimiento de la suscripción al Protocolo de Kyoto por parte de Estados Unidos (marzo de 2001). Como se puede apreciar, la desobediencia civil se ha planteado en cada ocasión objetivos tanto simbólicos como concretos. Ha llamado la atención sobre violaciones de las constituciones, de las declaraciones de los derechos humanos y del derecho internacional:
Posible violación del art. 13 de la Constitución por lo que se refiere al CPT.
Posible violación del art. 11 por lo que se refiere a la participación italiana durante la intervención de Italia en KosoVO.
Violación de las normas transitorias de la Constitución en materia de reconstitución del partido fascista, etc. Además, tiene la intención de ampliar los límites de la legalidad y conquistar nuevos espacios de democracia y nuevos derechos (véase la lucha por el "principio de precaución' o las observaciones sobre los limites de la Carta de los Derechos de los ciudadanos europeos presentada en Niza).
En cualquier caso, se plantea el problema del derecho a la disensión aprobado por todas las constituciones postweimarianas y la superación de las restricciones a la libertad de manifestación. Finalmente, nos permitimos observar que, en diferentes casos, la desobediencia civil ha demostrado su eficacia. Tanto en Trieste como en Milán, la entrada en el CPT de periodistas y parlamentarios permitió una verificación de las condiciones en que se encontraban los reclusos. Dicha verificación desembocó, en ambos casos, en el cierre definitivo o temporal de los centros. En México logramos obtener la revocación de las expulsiones del país y el derecho a la participación para todo el mundo en la Marcha de la Dignidad.
La desobediencia civilLa desobediencia civil y sus prácticas no se configuran en absoluto como una simulación ni como la propuesta de un escenario bélico Por el contrario, exaltan la dimensión política del conflicto, aunque radical, entre las partes enfrentadas. Declarar la voluntad de traspasar una línea insuperable, y hacerlo sin utilizar ningún instrumento violento, sino únicamente el propio cuerpo equipado con protecciones corporales (guatas, cascos, escudos), no puede en ningún caso ser asociado a intenciones bélicas o militares. La preparación, la generosidad y la determinación no generan impulsos militaristas. Habría que reflexionar sobre el hecho de que quizás gracias a esto, como nos gusta pensar, el ejemplo de los Monos Blancos ha sido seguido por algunos movimientos en diferentes partes del mundo, desde Madrid a Ciudad de México, desde Londres a Nueva York, desde Atenas a Helsinki. El hecho de ponerse cascos y otras protecciones no significa, por tanto, ascender el primer escalón de una escalada de la violencia en las calles. Para nosotros ha sido justamente lo contrario: el impacto con las fuerzas del orden lo tenemos asumido, pero la utilización de los instrumentos anteriormente mencionados nos ha permitido reducir el miedo, limitar los daños físicos y mantener compacto al grupo que practica la desobediencia. El entrenamiento que hemos realizado como preparación para los acontecimientos ha ayudado a muchos y a muchas de nosotros a mantener la lucidez, evitando de esta forma la desbandada, los comportamientos irracionales y la dispersión incontrolable del enfrentamiento. El cuerpo es un bien precioso. El cuerpo somos nosotros y cada uno de nosotros. Sólo tenemos uno y nos preguntamos qué le habría ocurrido si en los últimos tres años no nos hubiésemos preocupado por protegerlo. Los informes médicos de los hospitales genoveses hablan claro: heridas con laceraciones y contusiones en la cabeza, traumatismos craneales, dos códigos rojos debidos a situaciones de pérdida de la conciencia y comas, fracturas en las articulaciones y en las manos por intentar protegerse la cabeza... Un casco no puede dañar a nadie. Protege a quien lo lleva puesto. No es una casualidad que lo prescriba el Código de Circulación, uno de los pocos que no desobedecemos. Tras los acontecimientos de Trieste, en el mes de octubre de 1998, durante un encuentro en el palacio del Viminale con la entonces ministra de asuntos interiores, Jervolino, pudimos ilustrar y denunciar la práctica policial de empuñar las porras al revés, con el objetivo de golpear con el gancho de acero que sirve para engancharlas en el cinturón, o incluso el hábito de (C personalizarías" aumentando su peso mediante bolas de acero, cojinetes de ruedas, etc. En Génova, se superó esta práctica con la utilización de las tristemente famosas "tonfa", bien conocidas por la policía estadounidense, fabricadas con aluminio y equiparables a trancas de hierro. Ayer, el mismo Gratteri, director general del SCO (Servicio Central Operativo de la policía), en su declaración ante este comité, admitió la novedad de nuestras prácticas, aun imputándoles la responsabilidad de aumentar el grado del enfrentamiento. Por el contrario, son muchas las personas que creen que la desobediencia civil protegida ha contribuido a trasladar amplios sectores de movimiento desde formas de protesta nihilistas y destructivas a una práctica igualmente radical pero eminentemente política. Por otro lado, el hecho de anunciar con antelación todo lo que se realizará, abre ya por sí mismo una puerta a la mediación política sobre el terreno, si existe la voluntad por parte de los responsables del orden público. No por azar las manifestaciones de la desobediencia civil están siempre encabezadas por un grupo de contacto compuesto por abogados, parlamentarios, portavoces de las asociaciones y centros sociales que participan en las mismas, con la finalidad de declarar abiertamente las propias intenciones y objetivos. A este respecto, y en relación con lo que ha declarado el jefe de policía, Colucci, desmiento absolutamente haberme encontrado con él, haber intercambiado palabras con él, o que algún funcionario se haya presentado ante mí afirmando que hablaba en nombre de Colucci. Durante días y días, encontré y o= a muchos funcionarios de policía que aseguraban serlo, o que yo conocía personalmente (otros seguramente se habrán hecho pasar por periodistas, panaderos o por personal de la limpieza; no puedo saberlo, pero estoy seguro). Además, todos nosotros, en particular los más conocidos, recibimos múltiples llamadas telefónicas de dirigentes de la Digos en que nos solicitaban información sobre nuestras intenciones, o quizás sobre el número de personas que iba a llegar o sobre qué trenes estaban esperando, etc. No había ningún misterio o secreto: nosotros siempre hemos comunicado a todos lo que pretendíamos hacer, tal como se lo comunicamos a muchos periodistas. junto con el GSF, definimos e hicimos públicas por doquier las calles que íbamos a recorrer, cómo lo íbamos a hacer, el punto exacto donde íbamos a poner en práctica la desobediencia, es decir, en la calle XX setiembre. Todo esto lo definimos y lo hicimos público el día anterior, ¿cómo se puede hablar entonces de acuerdos secretos? Obviamente deseábamos, y se lo comunicamos mediante el GSF incluso a De Gennaro (véase el encuentro del 30 de junio, en el que yo participé), que quien desobedeciese no fuese malherido, que no se verificasen comportamientos de la policía o de los carabineros que violasen los derechos humanos, que, incluso ante cualquier violación de la norma, los detenidos fuesen respetados, que no se produjesen palizas en los cuarteles. A este propósito, recordamos en todo momento los acontecimientos de Nápoles, objeto incluso de una investigación de Amnistía Internacional por gravísimas violaciones (palizas y torturas llevadas a cabo por los carabineros y policías en las calles y en las jefaturas de policía contra los detenidos durante la manifestación contra la cumbre OCDE de marzo). Siempre solicitamos una cosa con fuerza: que no usasen las armas de fuego. Esas matan con toda seguridad. Lo pedimos personal y colectivamente a todos aquellos con los que tuvimos ocasión de encontrarnos y con aquellos con los que discutimos sobre lo que podría ocurrir durante los días de Génova, públicamente. En particular, la petición para que las fuerzas del orden estuviesen en las calles desarmadas se realizó de forma oficial y directamente al ministro Scajola. Los responsables del orden público, que detentan el monopolio de la fuerza militar, deben en consecuencia asumir la responsabilidad de dosificar esta fuerza para contener y bloquear la acción de desobediencia civil, que no constituye una amenaza para cosas o personas. De esta forma, la decisión entre una estrategia de "suavización" con cargas policiales con el objetivo de detener el avance de los desobedientes o una estrategia de "aniquilación" con el objetivo de castigar a los participantes, además de obstaculizarlos recurriendo al lanzamiento de furgonetas blindadas dentro de los grupos de manifestantes, a las cazas del hombre, a las palizas infligidas a los detenidos, al uso de armas de fuego o de gases lacrimógenos lanzados a la cara, además de ser la expresión de un intento real de homicidio se convierte en una decisión política: la elección entre dos modos diametralmente opuestos de enfrentarse a la manifestación pública de la protesta. En Génova, en la calle Tolemaide y en otros espacios temáticos, la elección fue clara.
Los contenedoresColucci ha afirmado que los contenedores se colocaron a lo largo del recorrido de nuestra manifestación para separarnos de otros manifestantes: no hay nada más falso que eso. Los contenedores, y sobre esto podemos proporcionar pruebas documentales, fueron colocados durante la madrugada entre el 19 y el 20 en torno a la plaza VerdiBrignole. El recorrido de nuestra manifestación estaba completamente despejado en los laterales, que fueron utilizados por varios contingentes de la policía durante la segunda parte, después del asesinato de Carlo Giuliani, para atacarnos en el medio e intentar cercarnos. Cuando vimos la colocación en semicírculo de los contenedores en la zona off limits, pensamos que servían para impedirnos a toda costa entrar en contacto con la red. ¿Qué clase de invasión hubiéramos podido hacer, ya que Colucci habla de esto, si había un muro de contenedores? Conviene precisar que, a diferencia de lo que repetidamente han afirmado los dirigentes y funcionarios de la policía, la manifestación que salió del Estadio Carlini estaba autorizada. A las 18:45 horas del 19 de julio se revocó la autorización para el tramo final que iba desde la Piazza delle Americhe a la Piazza De Ferrari. Antes de la salida de la manifestación, el viernes 20, en las cercanías de la Piazza delle Americhe, se pudieron avistar algunos destacamentos de policía y un bien dotado grupo de funcionarios. Estaban parados ante los contenedores que delimitaban la plaza. Todo hacía presumir que éste era el lugar donde cargarían contra nosotros, justamente en el límite de la manifestación autorizada. Sin embargo, la manifestación de los desobedientes nunca pisó la Piazza delle Americhe. Los carabineros agredieron a los manifestantes más de trescientos metros antes, en el estrechamiento de la calle Tolemaide, por tanto, todavía en el tramo autorizado de su recorrido. El grupo de contacto fue arrollado. La reacción fue un inmediato retroceso de la cabeza de la manifestación, arrollada por las cargas y por los gases lacrimógenos, con el abandono de algunas protecciones. El retroceso no fue suficiente para detener a los carabineros, las cargas prosiguieron con brutalidad. Adjuntamos un documento en vídeo en el que se ve claramente a diez carabineros precipitarse contra una chica inerme y en el suelo, propinándole patadas y porrazos. Los rostros de algunos carabineros son bien visibles. Nos preguntamos cómo es posible, a día de hoy, que ningún carabinero haya sido investigado por sus actos violentos. En aquella situación, miles de personas sintieron que sus vidas estaban en peligro, nos empujábamos y nos pisábamos unos a otros, se forcejeaba debido al gentío, al calor y a los gases lacrimógenos. Muchos fueron golpeados y heridos aun no habiendo hecho nada y "en un país democrático no son riesgos aceptables. Tampoco tener miedo" (Franco Bassanini, entrevista en I'Unità del 30/8). Una parte de los manifestantes, en el desesperado intento de mantener alejados a los destacamentos, improvisó un lanzamiento de objetos encontrados por la calle, y sólo en ese momento los carabineros suspendieron las cargas por un breve lapso de tiempo. Mientras la manifestación buscaba la manera de salir de la situación, los carabineros intentaron acabar con ellos, avanzando con blindados y jeeps a gran velocidad, precedidos por destacamentos a pie, embistiendo repetidamente a algunos manifestantes, que resultaron heridos. Desde las ventanillas de un vehículo, un carabinero apuntaba su pistola a la altura de un hombre (cfr. la fotografía de Tano D'Amico publicada en diferentes periódicos y revistas). En aquella situación, un vehículo se detuvo en plena manifestación provocando la reacción de manifestantes exasperados y asustados. Desde ese momento en adelante, quedó claro que el objetivo de las repetidas cargas no era el de suavizar sino el de castigar. Lo demuestra el hecho de que la carga policial contra la manifestación se efectuó por detrás hasta llegar a unos pocos metros del estadio Carlini, hacia el que se estaba retirando. Tres horas aproximadamente después de la primera carga, grupos aislados de manifestantes intentaban todavía alejar a los carabineros y proteger la retirada de la manifestación, que todavía estaba bloqueada entre la calle Tolemaide y el corso Gastaldi. Uno de estos grupos se vio envuelto en un enfrentamiento en la Piazza Alimonda, durante el cual un joven recluta de los carabineros apuntó su pistola y disparó a la cabeza a Carlo Giuliani. Desde entonces, la escena ha sido reconstruida paso a paso. Los reportajes muestran claramente que el carabinero tenia la pistola apuntada bastante antes de que Carlo Giuliani alcanzase la camioneta y levantase aquel maldito extintor. Asimismo, se ve que quince metros más allá otros carabineros estaban en formación. Nos hemos preguntado infinitas veces por qué no intervinieron, por qué no lanzaron gases lacrimógenos, por qué no intentaron disolver el reducido grupo de manifestantes. No dejamos de preguntarnos cómo fue posible que un recluta se encontrase, armado, en una situación similar, cuando miles de policías habían sido sometidos al famoso entrenamiento de Ponte Galeria. No hace falta ser un experto en antidisturbios o contraguerrilla para decir que la situación podría haber sido resuelta sin disparar a la cabeza de nadie. Sabíamos que en Génova nos encontraríamos al lado de una multitud de personas, que habría miles de policías y de agentes y que el contexto era más complejo del afrontado en otras situaciones. Sabíamos que nos enfrentaríamos a muchos porrazos; éramos conscientes de estar exponiéndonos a detenciones y arrestos. Pero ninguno pensaba en una masacre: completa ausencia de funcionarios en las calles con quienes hablar, gases lacrimógenos lanzados a sangre fría, cargas con los blindados, gran uso de mangueras y, para más colmo, la utilización de armas de fuego, a pesar de la garantía del ministro Scajola; todo ello sin que se verificase provocación alguna por parte de los manifestantes y a una considerable distancia de la zona roja. Ni siquiera podíamos prever el ataque policial a una manifestación de 300.000 personas (sin precedentes para esta República), las modalidades de la irrupción del sábado por la noche y las torturas de Bolzaneto y S. Giuliano. Ciertamente preveíamos el miedo, pero no el de morir.
Los parlamentarios y el grupo de contactoSiempre hemos invitado a parlamentarios o a representantes de las instituciones para que participasen en nuestras manifestaciones, no sólo para expresar su acuerdo o solidaridad con los objetivos políticos de la protesta, sino también para ejecutar la función de grupo de contacto. El grupo de contacto, siempre previsto durante las iniciativas de desobediencia, tiene la tarea de establecer un contacto justamente con quien controla el orden público en las calles y con quien lo gobierna políticamente. Sirve para intentar crear un espacio práctico y político para mediar la situación, para informar a la policía sobre las peticiones de los manifestantes y a los manifestantes sobre las intenciones de la policía. En particular, en la manifestación del 20 de julio que salió del estadio Carlini, los diputados Mauro Bulgarelli, Paolo Cento, Luana Zanella de los verdes y Ramon Mantovani de Rifondazione Comunista debían llevar a cabo esta función junto con otros como el alcalde en funciones de Mestre y el parlamentario regional véneto, Gianfranco Bettin, y el concejal de Venecia, Beppe Caccia. Todo lo contrario al libro negro de la inquisición, como alguno ha intentado insinuar. Yo les doy las gracias públicamente por haber estado allí con nosotros, por habernos ayudado en momentos dramáticos. Por lo demás, es ridículo hablar de gran exclusiva: lo habíamos anunciado en todos los diarios. También yo formaba parte del grupo de contacto. Se nos impidió practicar la desobediencia civil. Alguien decidió crear un escenario completamente diferente. Incluso el arma de los carabineros fue uno de los instrumentos fundamentales de dicho forzamiento. Nos preguntamos cuáles son las responsabilidades de los representantes del Parlamento que, en las horas más "calientes", estaban en los cuarteles. Volvemos a recordar nuevamente que, tras los trágicos acontecimientos de Goteborg, el GSF solicitó que las fuerzas del orden no portasen armas de fuego durante el encuentro del G8. El ministro Scajola garantizó que no habla necesidad de adoptar una medida similar: mientras que en el Viminale estuviese él, no dispararía ningún agente. Nos consta que en Génova algunos jefes de la Policía Nacional ordenaron a sus hombres, por propia y espontánea voluntad, vaciar sus armas de fuego. Por desgracia, no ha sido una decisión adoptada por todos. Entrego a esta comisión un vídeo sobre los acontecimientos de Génova y solicito que las violaciones que aquí se documentan y que fueron llevadas a cabo en grupo por la policía y los carabineros sean investigadas. Algunos de ellos son reconocibles e identificables. En particular, subrayo: en el min. 09, paliza por parte de agentes de la policía a individuos inermes; en el min. 1 O11, paliza por parte de varios carabineros a un manifestante inerme, llevada a cabo a cara descubierta; en el min. 12, paliza lejos de la manifestación a personas con las manos levantadas llevada a cabo por la policía; en el min. 1315, curas médicas en la calle, a cargo de personal voluntario, a personas heridas gravemente; en el min. 19, lluvia de gases lacrimógenos lanzados desde un helicóptero sobre los manifestantes; en el min. 20, cargas contra manifestantes con las manos levantadas; en el min. 22, irrupción en el instituto de enseñanza secundaria Diaz; en el min. 24, testimonio de una chica que se encontraba en el instituto Díaz; en el min. 34, testimonio de la doctora Lella Trotta sobre la presencia policial en el Hospital S. Martino. Quiero ratificar aquí mi solidaridad con todos aquellos que fueron heridos, agredidos o violentados, amenazados por la policía y los carabineros en aquellos días dramáticos. Quiero subrayar que quien intentó defenderse de una furia homicida, que intentó, aunque irreflexivamente, hacer frente a una enorme violencia, en un caso fue asesinado y en otro se encuentra actualmente detenido con acusaciones gravísimas, como el intento de homicidio. ¿Cómo es posible que reaccionar ante un intento de homicidio o un linchamiento se convierta, para un manifestante, en una acusación contra él y que para quien ha matado se hable sólo de legítima defensa? Finalizo este informe esperando que pueda ser útil y con un único pensamiento: Carlo Giuliani, un joven truncado en la flor de la vida, por una violencia inútil. En este país, hay personas que sostienen que fue más importante que el G8 no sufriese interrupciones, incluso a costa de matar. Creo que Carlo y todo ser humano es más importante que cualquier cumbre. Es ésta la diferencia con Carlo, conmigo, con todos nosotros. Hasta que pueda seguiré gritando también por él, con él. Adiós Carlo, eres mi hermano.
Luca Casarini, portavoz, 6 de septiembre del 2001
Traduccíón de Mar Portillo