LOS PRINCIPALES Y FUNDAMENTALES ARTÍCULOS
DE LOS HOMBRES Y DE LAS MUJERES
EN LUCHA POR LA DIGNIDAD
EN RELACIÓN A AQUELLOS ASUNTOS
POR LOS CUALES SE SIENTEN OFENDIDOS
Circulan muchos escritos malvados que, en lo que respecta al reunirse de hombres y mujeres contra los señores de la tierra, arrojan sobre ellos el descrédito diciendo: "¿Es este el fruto del nuevo movimiento, un amasijo de rebeldes, dudoso entre la desobediencia civil y el terrorismo, que sigue las reuniones de los Grandes sin ninguna propuesta concreta?" Los artículos que siguen responden a estos criminales sembradores de falsedad, y dan motivación a la lucha de estas multitudes contra el poder y el arbitrio de los señores, y la arrogancia sin límites de los nuevos señores feudales.
Así pues, honesto lector, lee lo que sigue con atención y después juzga.
Estos son los artículos:
EL PRIMER ARTÍCULO
Es nuestra voluntad y firme resolución que en el futuro ninguna asamblea tenga poder ni autoridad para tomar decisiones respecto a la Tierra sin que sus miembros hayan sido designados por la comunidad para desarrollar esta función concreta. Y si se condujesen indebidamente, queremos tener el derecho de revocarlos.
EL OTRO ARTÍCULO
En segundo lugar, estamos totalmente convencidos de que se debe reducir la inicua diferencia entre el precio de los productos y la compensación que obtiene quien los produce. Esta riqueza debe ser redistribuida. Pedimos pues que en toda la Tierra venga fijada una compensación mínima, tal que permita asegurar a quien trabaja un sustento decente para él y para los suyos. Cada nación deberá imponer el respeto de este requisito, afín de que en el futuro nadie se vea, obligado por la pobreza, a dejar su tierra o a vender su propia vida.
EL TERCER ARTÍCULO
En muchos lugares de la Tierra es costumbre que hombres y mujeres sean considerados propiedad personal de quien les da un trabajo, lo que es asaz reprobable; así como que hombres y mujeres para entrar en una nación deban venderse a mafias de frontera; que las naciones pobres sean esclavas de su deuda con las naciones ricas, o esclavas de la "disminución" de la deuda a cambio de sobornos, y siempre más esclavas de las servidumbres que se les pide para obtener ayudas. Así pues os aseguramos que de ahora en adelante no soportaremos más ninguna de estas esclavitudes.
EL CUARTO ARTÍCULO
Encontramos insensato, poco fraterno, egoísta y contrario a la dignidad la costumbre de impedir a hombres y mujeres migrantes atravesar libremente las fronteras de las naciones ricas, sobre todo desde el momento en que la misma costumbre no se aplica a los señores de la tierra, dejados, como animales, irresponsablemente libres de atravesar y devastar los países de esos mismos migrantes. Es por tanto nuestro deseo que se garantice la libertad de movimiento a todos los hombres y mujeres de la tierra.
EL QUINTO ARTÍCULO
Nos consideramos especialmente ofendidos por la ocupación de las ciudades, porque los señores se apoderan de ciudades enteras para sí mismos únicamente. Si un habitante desea ser dejado en paz, debe procurarse un permiso (pero, quizá, es mejor si se toma unas vacaciones). Es nuestra opinión, respecto a las ciudades que van cayendo en manos de los señores, que éstas deberían volver a pertenecer a la comunidad.
Además, cada miembro de la comunidad debería ser libre de ir y venir por la ciudad sin impedimentos.
EL SEXTO ARTÍCULO
Nuestra petición se refiere a los excesivos servicios que pretenden los
señores, los cuales aumentan de día en día. Pedimos que se considere que nunca más nos dejaremos explotar de tal manera. Nos corresponden condiciones de trabajo cada vez mejores, desde el momento en que nuestros antepasados lucharon por ellas y con éxito.
EL SÉPTIMO ARTÍCULO
Séptimo, no nos permitiremos más a nosotros mismos el dejarnos oprimir ulteriormente por los señores, y éstos no podrán obtener ya de nosotros servicios no pagados, sino que deberán dejarnos estar gozando en paz de nuestra vida. Pedimos una renta garantizada y universal, para todos, trabajadores o no, precarios, "irregulares", en negro, pequeñísimos empresarios, profesionales liberales, hombres y mujeres sin fuentes de sustento. Todos desarrollamos continuamente, con nuestras personas y nuestras relaciones, una cantidad de servicios que los señores de la tierra no nos reconocen y se obstinan en no llamar _trabajo_, porque en otro caso se verían obligados a admitir que por todas estas cosas nos corresponde una renta.
EL OCTAVO ARTÍCULO
Como octavo asunto, nos aplican tasas muy elevadas sobre bienes cuyo precio no podemos costear, pero por encima de todo nos parece ruin e indigno lo que los señores de la tierra imponen sobre medicamentos irrenunciables para la salud. Recaudar dinero para la investigación, la prevención y la cura, en el mejor de los casos sirve sólo para aplazar el problema. Queremos para estos medicamentos un precio accesible para todos. Deseamos que nada obstaculice la producción, incluso sin autorización de los propietarios de la patente, y que nada impida su adquisición por parte de las naciones en las cuales cuestan menos.
EL NONO ARTÍCULO
Como nono asunto, creemos que nuevas leyes válidas en toda la Tierra pueden limitar el arbitrio de los señores, pero tendremos que incrementar la acción en cada territorio concreto, desde los burgos a las naciones, para que también las leyes locales, a menudo más eficaces, corten el paso al poder, desde el momento en que no podemos derrotar opresiones lejanas si toleramos injusticias cercanas.
EL DÉCIMO ARTÍCULO
La décima cuestión que nos ofende es la apropiación por parte de individuos de plantas, animales, medicamentos e informaciones que pertenecen a la comunidad. Retomaremos éstas en nuestras manos. No queremos que patentes privadas nos impidan gozar de los frutos de la tierra, ni que medicamentos y conocimientos, producidos utilizando datos y dinero común, sufran una suerte similar, aún menos en el caso de aquellos medicamentos indispensables para la salud de los hombres y mujeres de la Tierra, o en el de las informaciones y conocimientos que interesan a toda la comunidad, y aún menos, mil veces
menos, cuando los señores quieren apoderarse de los conocimientos obtenidos con el estudio de nuestras personas.
EL UNDÉCIMO ARTÍCULO
Como undécima propuesta pedimos la total abolición del tributo de muerte que debemos pagar a los señores de la Tierra. Nos negamos a soportarlo más y a permitir que viudas y huérfanos vean violada su propia dignidad, con toda culpabilidad y en contra de toda justicia y derecho, tal y como ha sucedido en tantos lugares, en Bhopal, en Shenzhen, en Europa y en millones de terribiles y relegados "accidentes" de trabajo. Pedimos normas de seguridad válidas en toda la Tierra y al menos que los señores de la tierra, cuando comercien en el extranjero, aseguren a quienes trabajan las mismas condiciones que les exijan las leyes de sus naciones de procedencia.
CONCLUSIÓN
Como duodécima cosa, es nuestra conclusión y resolución final que, si uno o varios de los artículos presentados por nosotros se muestra en desacuerdo con la dignidad humana, con los derechos de los hombres y de las mujeres de la Tierra, o de alguna manera se evidencia irrealizable, renunciaremos a tal artículo en el momento en que todo esto sea demostrado con una clara explicación . O si un artículo fuera aplicado ahora y se revelase injusto, desde ese momento lo consideraríamos inválido y sin fuerza. Del mismo modo si, como pensamos, los señores de la tierra continuasen ofendiendo nuestra
dignidad de hombres y mujeres con vejaciones siempre nuevas, decidimos reservarnos el derecho de formular ulteriores peticiones.