Génova: del tiempo del relato al tiempo del proyecto
No (c) - Traducción de Hugo Romero
El movimiento es global y su fuerza también- Wu Ming 1
El Magical Mystery Tour del falso Black Bloc en Génova - Wu Ming 1
Lo siento por tus costillas- Wu Ming 4
Soy gilipollas, ahora puedo decirlo - Wu Ming 2
Represión e geometría euclidiana - Wu Ming 4
"Pero ¿quién coño es ese Frank Henhausen...?"- Wu Ming 5
El día del proyecto- Wu Ming 3
El movimiento es global y su fuerza también
Wu Ming 1 (26/07/2001)
La respuesta no llega sólo de las calles de Italia, sino de todo el mundo.
Habíamos invocado a las multitudes, las habíamos llamado con ritos chamánicos, sentadas mediáticas, en trance hablábamos con los héroes de leyendas antiguas, manifestábamos xenoglosia como en Pentecostés, mesmerismo como en los cuentos de Poe y de Lovecraft, "atavismo" de demonios como en los libros de Aleister Crowley, estábamos poseídos por los espíritus de los que se rebelaron antes que nosotros, de cada uno de nuestros orificios manaba ectoplasma.
Las multitudes han llegado. Han llegado, dos, tres, innumerables veces a socorrernos, a decirnos que no estábamos solos.
El niño indio de Chiapas agita un palo y hace alejarse a los helicópteros militares que zumban sobre la aldea. Le preguntan cómo lo ha hecho y responde: "Es tecnología maya".
Los helicópteros zumban ahora en mis orejas. Todas las noches sueño con carabineros, persecuciones, cargas… Pero sueño también con gente por las calles, sueño con gritos y risas. Sueño con teoremas judiciales, montajes inverosímiles pero posibles. Pero sueño también con quien los denuncia. Y sueño con la tecnología maya.
El día anterior Carlo Giuliani había muerto y la calle había sufrido durísimas provocaciones. Las máximas autoridades del Estado y del gobierno, además del mayor (cada vez menos) partido de la izquierda sedicente, todos se dedicaron a disuadir, a decir: "¡no vayáis!", "¡quedaos en vuestras casas!" En este clima, llegaron a Génova más de doscientas mil personas, discapacitados en silla de ruedas, familias enteras, jóvenes y ancianos. Nadie se ha dejado intimidar. Asustar sí, intimidar no.
Y aquellas doscientas mil personas vinieron a SALVARNOS, porque sin ellos habría sido una jornada de caza al hombre y de matanza, el recorrido de la manifestación habría sido una enorme almadraba, y por eso mi gratitud durará para siempre. Si algún día tengo nietos les contaré que entre el 20 y el 21 de julio de 2001 MASSIMO D'ALEMA, CARLO AZEGLIO CIAMPI Y SILVIO BERLUSCONI INVITARON AL PUEBLO A DEJAR QUE ME MATARA, a no intervenir, a pasar de mí, y en cambio el pueblo acudió en masa y arriesgó el culo para salvarme la vida.
Aquella noche, una irrupción que a todos ha recordado a Chile y a Argentina, mientras que a mi me parecía muy estadounidense, modelo "destrucción del Black Panther Party" (1968-70). Los compañeros de Ya Basta!-Nueva York estaban aterrorizados, pero ellos son blancos: para los negros de su país aquello ha sido siempre el pan nuestro de cada día.
El día después, calles atestadas, protestas frente a las embajadas y a los consulados italianos, ataques a las sedes de las multinacionales italianas, la prensa nacional no plegada a las posiciones de gobierno (por razones de alineación, cierto, pero también porque se trabajó bien con los medios de comunicación), testimonios de la brutalidad policial, de las torturas, de los desaparecidos, de nuevas investigaciones en proyecto... En Bolonia el pueblo expulsó con furia a la AN de la Piazza Re Enzo, donde había montado una mesa y trataba de recoger firmas en solidaridad con los verdugos de Génova...
Tenemos la "mala suerte" de vivir en un tiempo interesante.
Este movimiento puede escapar del cepo sin tener que arrancarse la pierna a mordiscos: puede abrir el cepo porque es inteligente. Y es inteligente porque tiene manos, porque tiene pulgares prensiles, puede empuñar, manejar y utilizar objetos nuevos. Sus campos sinápticos se extienden y multiplican con cada nueva experiencia. Estas sinapsis son los vínculos solidarios que cubren todo el planeta, desde Port Moresby a Goteborg, desde Melbourne a Québec, desde Porto Alegre a Okinawa. Las neuronas son los millones y millones de personas que por el sólo hecho de no considerar “natural” la tiranía liberal la han hecho precipitarse a una crisis profunda de identidad.
Este movimiento tiene la madurez necesaria para no caer en la dialéctica perversa entre represión y respuesta a la represión. Tiene esta madurez porque no tiene precedentes. No tiene precedentes porque no está disfrutando de la hora de aire en el angosto patio de la cárcel-Italia, con algunos ecos de solidaridad al otro lado de los muros. No; está correteando, alegre y despreocupado, de los polos al ecuador. Cabalga los tsunami del Pacífico y se deja iluminar por la aurora boreal. Baila es sirtaki y se contorsiona con la capoeira. Lanza tejas desde el techo del mundo y se reorganiza en la espesura de la selva. El Emperador tendrá que seguir rascándose la cabeza hasta hacerla sangrar.
El Magical Mystery Tour del falso Black Bloc en Génova
Wu Ming 1
"...estos falsos black Blocsters salir de las furgonetas de los carabineros, ponerse los pasamontañas y montar el pollo, o a los agitadores ponerse de acuerdo con los subtenientes, o a la policía darle palos a individuos vestidos de negro..."
"...los carabineros ACOMPAÑARON a los destructores, sin cargar nunca contra ellos, y no porque fuesen demasiado móviles e informales, como alguien comentó: tuvieron tiempo para entrar a los bancos, destrozarlos e incendiarlos, permaneciendo en el interior más de un cuarto de hora mientras los carabineros..."Estuve en Génova, volví agotado, enfadado, febril, con los ligamentos de las rodillas destrozados y completamente afónico, y digo: no a la caza de anarquistas.
Es difícil mantener el equilibrio, distinguirse con contundencia de una práctica (la del Black Bloc) haciendo entender a la vez que esa práctica tiene -o por lo menos ha tenido- su "historicidad" y coherencia y no se corresponde de ninguna manera con lo que se ha visto en Génova, donde no se puede decir que haya habido un "verdadero" Black Bloc.
Es una tarea que requiere lucidez, nervios de acero, control atento de las palabras. Se trata de criticar al Black Bloc internacional (con el que estamos en evidente desacuerdo) sin criminalizarlo. Se trata de distinguir entre el trayecto del Black Bloc y lo que ha sucedido en Génova. Y hay una tercera trampa que evitar: sería absurdo acusar de ser un infiltrado a todo aquél que en Génova haya practicado la acción directa. El pogromo y la psicosis conspiratoria no forman parte de nuestra cultura.
Así que, con el dolor de piernas que tengo, me toca hacer el slalom gigante.
El viernes pasado en Génova hubo algunos anarquistas alemanes del Schwarze Bloc que practicaron la acción directa contra objetivos precisos como bancos y sedes de multinacionales, y que no tenían intención de atacar las iniciativas de otros manifestantes. El sábado, un periodista holandés de la revista de izquierdas "Vrij Neederland" se reunió con ellos mientras hacían sus equipajes, quizás para volver a Alemania, y le dijeron que estaban enfadados por lo que habían hecho otros que iban vestidos de negro. No estoy en situación de confirmarlo, pero de hecho lo que pasó el sábado tiene que ver muy poco con la forma de actuar del Black Bloc, que practica la acción directa con un criterio tal vez no compartido por muchos (desde luego, no compartido por nosotros), pero con un criterio, y que sobre todo realiza sus acciones sin interferir con las de otros. Por el contrario, en Génova durante todo el día del viernes los carabineros ACOMPAÑARON a los destructores, sin cargar nunca contra ellos, y no porque fuesen demasiado móviles e informales, como alguien comentó: tuvieron tiempo para entrar a los bancos, destrozarlos e incendiarlos, permaneciendo en el interior más de un cuarto de hora mientras los carabineros esperaban fuera para volver a ponerse en marcha juntos y dirigirse hacia donde el GSF se manifestaba a su manera. Durante el trayecto atacaron tiendecillas, incendiaron coches que seguramente no pertenecían a millonarios, destrozaron gasolineras pequeñas. Los de negro fueron literalmente arrojados contra la sentada de la red Lilliput. Los carabineros machacaron a mujeres y niños, scouts, manifestantes pacíficos, y después volvieron a marcharse con los de negro. En Piazzale Kennedy, los de negro han hecho de "liebre" para el cerco y ataque del centro de convergencia, después la Benemérita y el presunto Black Bloc han partido hacia Brignole para atravesar el cortejo del bloque de la desobediencia civil, en un lugar todavía alejado de la Zona Roja. Los carabineros cargaron contra el cortejo (de autodefensa, y, hasta ese momento, más que pacífico) y mientras tanto, algunos de esos falsos black Blocsters entraron entre las filas de los monos blancos y agredieron a algunos compañeros. Uno de ellos era seguramente un experto en artes marciales, porque derribó a un compañero enorme del centro social ocupado Rivolta de Marghera. Después la Benemérita continuó cargando contra la manifestación durante seis horas consecutivas, mientras que ésta trataba de retroceder. La última carga ocurrió a menos de 500 metros del estadio Carlini. Mientras tanto, los de negro habían desaparecido.
Todo esto no tiene nada que ver con la praxis del Black Bloc. De hecho, mucha gente ha visto a estos falsos black Blocsters salir de las furgonetas de los carabineros, ponerse los pasamontañas y montar el pollo, o a los agitadores ponerse de acuerdo con los subtenientes, o a la policía darle palos a individuos vestidos de negro, etc. La prensa está contando estas cosas, y algunas de ellas se han visto incluso en televisión.
Adjunto ahora un documento de los monos blancos de Bolonia del 19 de junio pasado, titulado "Contra el cerco al Black Bloc":
El Black Bloc es una cosa seria. No debería ser identificado con actos vandálicos y devastación irracional. Es una red informal de grupos de afinidad -sobre todo, pero no exclusivamente- de anarquistas y libertarios, difundido por toda Norteamérica y Europa continental. Existe desde hace años, elabora estrategias y tácticas, y está dispuesto a transformarlas dependiendo del contexto, las alianzas y los objetivos. En Italia, el Black Bloc ni existe ni ha existido.
Como la historia reciente del movimiento ha demostrado, el Black Bloc no es una realidad estática y se mide con prácticas diferentes, dejándose contaminar, como sucedió en Québec: durante las protestas contra la cumbre del ALCA, actuó con total respeto hacia la ciudad y sus habitantes, concentrando todas sus energías en derribar el “Muro de la vergüenza”. Incluso eligió utilizar símbolos y prácticas de los monos blancos y actuó en concierto con otros grupos de afinidad en la calle.
En Goteborg, al contrario de lo que se imagina, el Black Bloc se relacionó con los monos blancos y decidió actuar dentro de un marco común compartido incluso por los pacifistas. Los problemas surgieron cuando la enorme mayoría de los activistas con papeles de portavoz y responsabilidades de coordinación fueron arrestados "con fines preventivos" durante la incursión policial de la tarde del jueves. La mañana después, la policía cortó por la mitad la manifestación y aislaron y cargaron contra una de las partes a la que calificaron como "Black Bloc". A éstos no les quedó más que defenderse con lo que encontraron, y unos pocos manifestantes rompieron algunos escaparates de tiendas (son las imágenes que todas las televisiones del mundo han transmitido una y otra vez).
Decir que los escaparates los rompió el Black Bloc es como decir que los cócteles molotov del Eurostar los lanzó Gaetano Bresci. Con esto no queremos decir que el Black Bloc no haya roto nunca un escaparate. >>>
>>> En Niza, como fue confirmado por las noticias del "Corriere della Sera", se atacaron las sedes de tres bancos y de algunas grandes multinacionales. Ningún pequeño comercio, y mucho menos una casa particular, fue objeto de la violencia.
Volviendo a Goteborg, conviene puntualizar que el momento de mayor violencia policial se alcanzó en un momento de máxima distensión de los ánimos: el viernes por la noche, cuando la policía cercó un parque en el que cientos de jóvenes habían organizado una rave. La fiesta fue disuelta con violencia, los presentes se defendieron de manera desordenada, y ése fue el momento en que la policía abrió fuego. El Black Bloc no estaba presente en la fiesta y el chico que recibió un disparo no formaba parte de él.
El Black Bloc está compuesto de activistas políticos, con los que se puede discrepar -más allá de la teoría- acerca de la elección de las tácticas y/o del modo de realizar sus objetivos, pero no se trata de descerebrados o de perros de Pavlov babeando a la vista de las porras.
Son activistas mucho más imaginativos de lo que se podría esperar: en los días que precedieron a las protestas de Québec, el Black Bloc de Buffalo (EE.UU.) se separó de una manifestación anarquista, entró en un barrio muy pobre y se puso a recoger la basura y a limpiar los marchapiés. A los periodistas les dijeron: “Escribís que convertimos en basura las ciudades y nosotros en cambio hemos decidido recoger la basura!”
Estamos siendo testigos de un intento muy serio de criminalización de este área del movimiento. Rechazamos salvarnos a costa del Black Bloc, reconocemos su completa legitimidad dentro del movimiento y rechazamos la lógica de los"“buenos" y los "malos".
(19 de junio de 2002)
Monos Blancos de Bolonia & Wu Ming
Mi opinión no es ni siquiera una opinión, puesto que se conocen testimonios y documentos: el viernes seis o siete carabineros infiltrados [eran también ultras nazis italianos y extranjeros, a los que las fuerzas del orden habían prometido total impunidad, algo que había creado desconcierto en la extrema derecha, cfr. http://members2.boardhost.com /forzanuova/, N.d.A. 25/07/2001] canalizaron y dirigieron la (justa pero ciega) rabia de centenares de jóvenes anarquistas inconscientes de la instrumentalización de la que estaban siendo objeto. Probablemente el sábado sucedió lo mismo.
El sábado nosotros decidimos excluir de nuestro grupo a quienes llevasen palos o piedras. Seguramente rechazamos a provocadores que nos llamaban maderos y que eran maderos. Probablemente también rechazamos a alguno que no lo era, y si ha sucedido, lo sentimos, pero teníamos que proteger nuestro grupo de afinidad de infiltraciones y provocaciones. Un black Blocster, creo que era inglés, le dijo a Wu Ming 5: "You like to give orders, uh? You communist!". Pero a nosotros NO nos gusta dar órdenes.
Ahora, en lugar de inaugurar una caza al anarquista, deberíamos tener en cuenta que no todos los anarquistas son black Blocsters y que no todos los black Blocsters son maderos disfrazados. Por otra parte, hace falta repensar una táctica tan fácilmente infiltrable y pervertible. Y esto es tarea de quien adopta esa práctica, pero también de quienes sufren las duras consecuencias de tanta permeabilidad.
Lo siento por tus costillas
Wu Ming 4 (26/07/2001)
Estaba nervioso aquél sábado por la mañana, cuando nos cruzamos por segunda vez. Todos estábamos nerviosos. Después de lo que había sucedido el viernes, la revuelta, las infiltraciones, el chico asesinado, nadie se fiaba de nadie. Cada grupo de la enorme manifestación tenía la consigna de autodefenderse. De los provocadores, de los infiltrados, de los armabroncas con bates. Había que evitar que las familias, los señores y las señoras de cincuenta años, nuestros padres, pagasen el pato...
Y tú, pobrecito, te encontraste en el sitio equivocado en el momento equivocado. Estabas sentado allí, y tenías el bate envuelto en un periódico. Te habíamos explicado que no podías quedarte ahí, junto a nuestro cortejo, con el palo. Que tenías que tirarlo o irte a dar por culo a otra parte. Pero tú quisiste hacerte el duro, nos dijiste que nos metiéramos en nuestros asuntos. Tú, ¡gilipollas!, al día siguiente de que mataran a uno en la calle, después de que los carabineros infiltrados nos hubieran hecho de todo, lanzándose detrás de cualquier flipado que quisiera romper un escaparate o incendiar un coche, después de todo eso, con la paranoia que se nos había contagiado a todos y con los nervios a flor de piel, tú, ¡gilipollas!, vienes a la manifestación (una manifestación pacífica de miles de personas) con un bate. Y encima te metes en nuestro grupo.
Yo no quería romperte un par de costillas. No soy un matón ni un violento. Me creas o no, me tiré encima de ti para protegerte, ¡hay que ser gilipollas!, porque mis compañeros, dominados por el miedo y la paranoia, podían haberte partido la cara a patadas. Me tire encima de ti gritando "¡Quietos!, ¡Quietos!" para evitar que te hicieran daño de verdad. Sólo que peso ochenta kilos.
Ha sido al hacer que te levantaras cuando me he acordado de dónde nos habíamos encontrado por primera vez. Un par de meses antes, en la presentación de Hachas de guerra en un centro social. Me preguntaste porqué en la novela no se hablaba de los años setenta. Te lo expliqué. Y tal vez el sábado pasado remaché el concepto. Porque ya no me interesa la mierda de los setenta: no me interesan los bates, los cócteles molotov, las pocas decenas de irresponsables que ponen en peligro la seguridad de miles de personas y facilitan la criminalización de todo el movimiento por parte del estado. Si queréis enfrentaros a la policía cuerpo a cuerpo, bates contra porras, si queréis medir vuestro nivel de testosterona con los maderos y que os rompan el culo, si eso es lo que os gusta, no seré yo el que vaya a impedíroslo, tengo cosas mejores que hacer. Pero no estoy dispuesto a tener ningún tipo de indulgencia si lo hacéis al lado de un cortejo pacífico o que practica la desobediencia civil. Por eso te digo, lo siento por tus costillas, pero te lo buscaste.
Espero por los dos que no haya una tercera vez.
Soy gilipollas, ahora puedo decirlo
Wu Ming 2 (22-26/07/2001)
Un calor de cojones, sofocante. Sudor bajo las protecciones, monos blancos y azules, puestos antes de salir en tren, porque el jefe de policía de Bolonia, en una acrobacia jesuítica, ha prometido que no confiscará todo aquello que no sea visible. Así que el casco, la máscara y las gafas, dentro de la mochila. Todo el resto, puesto. Visible y evidente bajo la transparencia del mono.
Andén de la estación, me quito todo. Sofoco (pronto aprenderé qué quiere decir esta palabra de verdad). Llega el tren, me lo pongo de nuevo. Casi ningún policía. Todo llano. Pero a Génova, lo sabemos no pasa ni un alfiler: para el casco, posible instrumento de ataque, hay pocas esperanzas.
Bolonia Parma La Spezia Génova Brignole. Seis horas de viaje. Una parada en Módena: dicen que alguien se ha cargado el cristal de su compartimiento golpeándolo con el chilum para desatacarlo. Estamos bien.
Tampoco en Brignola, hay casi policía. Interpreto: la zona roja es tan inexpugnable que no tienen ninguna necesidad de registrarnos. y además, ¿cuántos harían falta para controlarnos a todos?
Soy gilipollas, ahora puedo decirlo.
Cae la lluvia, infinita, densa, rasga las luces de los reflectores del estadio Carlini. Las tiendas se inundan, el campo también. Los que dormían sobre arena no saben si agradecerlo: el aluvión contiene el polvo y protege de variedades graves de silicosis. Los pasadizos interiores, semienterrados y las tribunas hacen las veces de refugio postatómico. Esta mañana un amigo, antes de entrar, ha tenido que enseñar su carné de identidad. Paranoias absurdas, hemos pensado. Imposible registrar a todos. Ríos de gente invaden el estadio transportados por el agua.
Tras el pánico, el vértigo. Más racional y frío. No la huida del depredador que te quiere cazar, sino la mirada fija en el abismo desde el borde inestable del barranco.
El presidente Ciampi ha invitado a la gente a quedarse en casa.
Los Demócratas de Izquierda hacen público que no vendrán a Génova. No después de enfrentamientos tan violentos. No después de la muerte de Carlo Giuliani.
Arregláoslas vosotros, nos hacen saber. No contéis con nuestros ojos como testigos.
Locos. Si todos hiciesen como vosotros mañana, volveríamos a ser cincuenta mil: detenciones, arrestos, porras y abusos para todos. No es el miedo a los enfrentamientos lo que les hace quedarse en casa. Lo que les da miedo es este movimiento. Y además están las treinta monedas de siempre.
A tomar por culo, les digo antes de adormecerme con un chaleco de gomaespuma a modo de almohada. Tal vez muramos mañana. Vosotros ya estáis muertos.
Scajola aplaude el operativo de las fuerzas del orden por su autocontrol ejemplar unido a una preparación fuera de lo común. No por casualidad, aplaude también el operativo de los Monos Negros, impredecibles, veloces, consagrados a la llamada técnica del “muerde y huye” que presupone un conocimiento perfecto del territorio. En su mayoría se trataba de extranjeros: ¿quién les habrá puesto al tanto de la complicada geografía genovesa?
Scajola vomita mentiras, convencido tal vez de que el parlamento es sólo un vivac sordo y gris. Dice que los gases lacrimógenos se utilizaron para evitar el contacto directo con los manifestantes. Dice que en la jornada del sábado los violentos han sido dispersados, frustrando su estrategia de implicar a la manifestación. Dice que las fuerzas del orden han llegado a un acuerdo con el bloque de los desobedientes para hacerlos retroceder. Nada es verdad: el grupo de contacto fue acribillado por gases lacrimógenos. De la DIGOS, ni rastro. Dice que los carabineros han disparado sin mirar.
Scajola calla sobre la irrupción en el centro de prensa del GSF.
Scajola enuncia el teorema: Los Monos Blancos, con su mensaje no pacífico, con su invitación explícita a la resistencia y al asalto, con su violencia verbal han favorecido de hecho la estrategia de los grupos subversivos. No es casual que el muerto estuviera en los alrededores de su cortejo (en efecto, no es casual, ¿verdad, señor ministro?), que no había sido autorizado, se proponía entrar en la Zona Roja, que incluía personas violentas. Todo el GSF es responsable del consenso incondicionado dado a ciertos movimientos sin valoraciones atentas.
Scajola termina.
Comienza Violante.
Pide la dimisión del ministro de Interior.
Añade que hace falta tomar distancias con firmeza respecto de aquellos que salen a la calle para romper los cordones de la policía con palos o escudos.
OK. El vértigo no me había engañado. Había visto bien, más allá del borde del barranco.
Había visto bien: nos han vendido
El sabor de los lacrimógenos es ácido. Veo a la gente arrancarse la máscara y correr. Me concentro, respiro con la nariz, la máscara funciona. Intento quedarme quieto y comprender dónde han terminado los que estaban delante de mí. Allí abajo, al otro lado de los carabineros que vuelvan a cargar. Una carrera de decenas de piernas me arrolla, me empuja contra un coche, me tengo que subir a la capota para no ser aplastado, pierdo un zapato, y luego lo recupero.
Pienso que si tuviese el mono blanco tendría que decidir entre perder tres minutos quitándomelo o correr como Orzowei, cándido en la noche de la selva.
Un escalofrío. Podía estar peor, no hay límites para la ingenuidad.
¿Dónde está el camión? ¿Dónde coño ha terminado? ¿Se habrá largado? Por aquí apenas se cabe. Escalones, callejones tortuosos, senderos zapatistas para caminar preguntando... a los genoveses hacia dónde ir. Barrio de San Fruttuoso, un oratorio en lo alto de la colina. Panorama: Génova, desde lo alto, es bellísima. Escapamos como guerrilleros de la mierda de la plaza, en realidad, un cruce de calles, que debía acoger a la manifestación de doscientos mil y que en cambio se ha transformado en una tapón: imposible entrar, bloqueados en las calles de acceso, con el sabor de los lacrimógenos en los ojos y las cargas a cien metros y la gente que no sabe dónde ir.
Volvemos al Carlini. El camión se pierde. Algunos terminan en la zona opuesta, en Marassi.
Bajando del oratorio, rebautizado ya como el Monte Calvario, nos encontramos de frente con tres coches de policía: es la comisaría de la zona, desierta.
Nunzio grita al micrófono, más romano que nunca: "Eh, vamos a pasar frente a la comisaría y no vamos a hacerles ni caso... porque si no nos van a dar por culo".
Represión e geometría euclidiana
Wu Ming 4 (25/07/2001)
Cerrada la trampa militar de Génova, empiezan los teoremas. El gobierno muestra su verdadera cara: después de haber dado carta blanca a los carabineros para la gestión "argentina" de las calles genovesas, ahora los cubre y justifica por completo. En el parlamento, el ministro de interior Scajola ha señalado a los monos blancos. Prácticamente ha sostenido que el área de la desobediencia civil sería el nexo de unión entre pacifistas no-violentos y el black Bloc anarquista; en resumen, agentes dobles que se harían pasar por buenos, pero que en realidad apoyan la insurrección violenta.
Luca Casarini está en boca de todos los esbirros de centro-derecha, pero el discurso vale para todos nosotros: lo que quieren demostrar es que existen "profesores malvados" (para el centro-derecha) y peligrosos "compañeros que se equivocan" (para el centro-izquierda). No es algo que acabe de ocurrírseme, éstas son las palabras exactas que se han utilizado en el parlamento, parece que hemos retrocedido veinticinco años en cuarenta y ocho horas.
Pero si en este caso hay responsables bastante evidentes, las cúpulas de los carabineros, de la policía y de los servicios secretos italianos, y un cómplice que los ha cubierto, el gobierno, también hay otros cómplices. Y tienen nombre y apellido: se trata de los líderes del Olivo.
En la tarde del viernes, después de que en Génova hubiese un muerto, los Demócratas de Izquierda y Rutelli VENDIERON literalmente al GSF y a las decenas de miles de manifestantes que se dirigían a Génova como si fuesen carne para el matadero. La dirección del Olivo debió de recibir una llamada con un mensaje muy sencillo: los carabineros no iban a detenerse, el sábado sería como el viernes, una matanza indiscriminada. Por lo tanto era mejor que no hicieran a sus afiliados salir a la calle y que abandonaran cualquier posibilidad de adherirse a la manifestación. Y eso hicieron.
También Ciampi, el presidente de la República debió de recibir la misma llamada, porque, con un sentido equivocado de la responsabilidad que su cargo impone, se apresuró a recomendar a los italianos que no fuesen a Génova el sábado.
Los Demócratas de Izquierda, que en aquel momento acababan de decidir adherirse a la manifestación, RETIRARON LOS TRENES ESPECIALES Y LOS AUTOBUSES, ABANDONANDO A LOS MANIFESTANTES EN MANOS DE LOS CARABINEROS fuera de control, y justificando así no sólo el ataque indiscriminado del viernes, sino también la represalia chilena del sábado. Los testimonios de los que sucedió el 21 de julio son (por suerte) más de doscientos mil: cargas repetidas con gases lacrimógenos irritantes, porras, blindados y mangueras sobre una manifestación enorme de gente normal. Es pura casualidad que no haya habido en Génova decenas de muertos. Desde tiempos de Scelba no se asistía a algo parecido en Italia. Por no hablar de la sanguinaria incursión nocturna en la escuela Diaz y de las torturas sufridas por TODOS los detenidos y arrestados.
El Olivo pide hoy la dimisión de Scajola por incompetente, pero esto no es nada más que parte del juego político. La verdad es que, el viernes por la tarde, D'Alema y Rutelli decidieron sacrificar el GSF para sobrevivir. Y está a la vista de todos que desde hace meses en este momento histórico el Foro Social de Génova es el único sujeto real de izquierdas que existe en Italia. Su criminalización por parte del gobierno por haber “dado cobertura” a los violentos puede venirle bien al Olivo: de este modo se trata de obligar al resto del GSF a tomar distancias respecto a los monos blancos; la escisión entre el mundo de las asociaciones y el del antagonismo social que no se produjo antes de las jornadas de Génova, trata de forzarse ahora con mentiras. D'Alema y Rutelli están dispuestos a distinguir entre dos espíritus del GSF, salvando a las asociaciones pacifistas que pueden volver a ser acogidas bajo su ala, y dejando a Fini y Berluconi los centros sociales. Si bien es deifícil hacer pasar a los defensores del comercio justo, y a los del ARCI y la LILA por terroristas, no es difícil poner a los centros sociales y a los “desobedientes” en el punto de mira. Basta con calificarlos de "agentes dobles". Los monos blancos de Casarini & cia. son el blanco ideal, en tanto que punta de lanza antagonista del GSF y del movimiento, en tanto que con la desobediencia civil habían logrado practicar, en los últimos dos años, el conflicto de calle manteniendo niveles altos de consenso, demostrando entre otras cosas una capacidad increíble de utilizar los medios de comunicación. Son los monos blancos queiens deben ser sacrificados ahora en el altar de la convivencia pacífica entre los dos partidos políticos de este país.
No hay nada que hacer: este país no puede permitirse los movimientos.
¿Se prepara otro 7 de abril? Es difícil decirlo. Esperemos que no. Pero después de lo que se ha visto en Génova, no es posible extrañarse de nada. La respuesta masiva del 24 de julio, que vio decenas de miles de personas en todas las calles de Italia es tranquilizadora y permite creer que esta segunda trampa no va a funcionar. Pero cuidado con bajar la guardia.
Hay un gran motivo de satisfacción en la tragedia. Si han decidido organizar este nivel de represión, significa que este movimiento global les da miedo, por su extensión geográfica y por su heterogeneidad. La estrategia del estado es siempre la misma: favorecer los grupos más exaltados, los desesperados, fáciles de infiltrar, los colgados de la periferia, para que tomen la delantera a los componentes más inteligentes del movimiento. Una trampa en la que caímos en Génova, y de la que tenemos que salir cuanto antes. Y creo que esta es la única vía de salvación del régimen que se esta instaurando en nuestro país.
Nota. Hace falta ser claros en la condena de las prácticas del BB como inútiles y perjudiciales para el movimiento. La del BB no es una experiencia interesante, e incluso, en esta fase -con o sin infiltrados- es perjudicial para nosotros, avala los juicios indiferentistas y facilita el que nos metan a todos en el mismo saco. Hay que decir la verdad sobre el BB y no caer en criminalizaciones fáciles o en cazas del anarquista, pero sin olvidar que la elección de las prácticas "destructivas" es una elección que ha demostrado toda su peligrosidad, porque ha permitido la infiltración policial y la agregación de grupos de jóvenes colgados a los que el movimiento no les importa nada y lo que quieren es romperlo todo, permitiendo al estado de esa manera echar mierda sobre todos y desencadenar las represalias indiscriminadas.
LOS SUCESOS DE GÉNOVA (INFILTRACIONES, VANDALISMO, SAQUEOS) CONFIRMAN LA MUERTE EFECTIVA DEL BLACK BLOC COMO EXPERIENCIA "POLÍTICA" DETERMINADA A PARTIR DE CIERTAS PRÁCTICAS. Ninguna indulgencia para los idiotas que en Génova se dejaron utilizar por el estado y por las fuerzas del orden CONTRA el movimiento. Tienen una responsabilidad gravísima precisamente por el papel perjudicial que han tenido. En el momento en el que las prácticas del BB han sido asumidas por el estado y utilizadas contra nosotros, debemos decir con fuerza que hoy éstos están a todos los efectos políticamente muertos. Y si tuviesen un poco de inteligencia deberían ser los primeros en hacer un examen de conciencia y SUICIDAR una experiencia que, lo repetimos, ha terminado DE HECHO en Génova.
"Pero ¿quién coño es ese Frank Henhausen del que siempre estáis hablando?"
Wu Ming 5 (26/07/2001)
Me llamo Riccardo Pedrini, Wu Ming Wu. Formo parte del colectivo de autores conocido como Wu Ming. Estaba en Génova el 21 de julio del año del señor de 2002. Los compañeros con los que trabajo han escrito un libro, Q, que ha sido muy leído y apreciado. Entre otras cosas, habla de la revuelta de los campesinos en la Alemania del siglo XVI.
Génova ha sido nuestra Frankenhausen, ha dicho algún compañero.
Mientras escalaba la colina con los maderos a mis espaldas, he pensado que esos compañeros tenían razón.
Tengo treinta y seis años. Como muchos de los que han hecho mi elección, he vivido en mi piel, y muchas veces, la violencia y la brutalidad de la policía y los carabineros. Nunca me he hecho ilusiones sobre la naturaleza de las estructuras represivas de ese sucio consejo de administración que llamamos estado. En cierto modo, esto entraba dentro de la lógica de las cosas. Haces política, corres riesgos. Puedes esperarte que no siempre va a ir todo sobre ruedas.
Miles, decenas de miles de personas creían poder ejercitar su derecho al disenso. No habían hecho ninguna elección radical: no eran militantes, sino en un sentido amplio: "militia est vita hominis super terram", dice el libro de Job. Creían poder disentir y que no pasara nada. Se equivocaban. No eran black Blocksters. No eran autónomos. No eran monos blancos.
El pueblo. La multitud.
Han sido atacados con ferozmente. Han sido atacados metódicamente. Han sido atacados con repugnante eficiencia.
El día anterior, un carabinero auxiliar, de veinte años, se había hecho portador de un mensaje directo para todos los hombres y las mujeres de aquella multitud.
El mensaje era compacto, conciso. Trágico, aunque no inesperado. La euforia política de los días, de los meses precedentes al G8 dejaba lugar a las dudas, a la angustia. La represión del resto es en sí misma una estrategia. Desarticular, romper los vínculos de solidaridad, beneficiarse del desánimo, de la desesperación.
No lo consiguieron. La arrogancia criminal del estado y de sus aparatos represivos logró, en todo caso, algo que hasta hacía unos pocos meses parecía difícil. Despertar las conciencias, nada menos.
Génova actúa, para quien ha vivido aquellos días, como un espejo deformante. El análisis debe hacerse entre los escombros, como si hiciera falta atravesar el humo de los lacrimógenos, volver a respirar, los pulmones en llamas, para no perder a los compañeros, para no caer en manos de las bestias, para no dejar a nadie en manos de las bestias. El riesgo, ahora, es el de perder el contacto con la realidad. El de reducir el campo de visión hasta incluir en el problema sólo lo que sucede aquí, en la más triste de las periferias del imperio. Es cierto, puede sentirse el hedor de los teoremas. La preocupación por la integridad física y por la libertad personal es legítima. Para salvar equilibrios cada vez más corruptos, cada vez más criminalmente separados de la realidad, podría diezmarse una generación, una más, mediante una represión que, en perspectiva, aparece todavía más dura que la que los compañeros y compañeras tuvieron que afrontar y sufrir hace veinte años. La suerte no parece del todo adversa: día a día toma forma, en la sociedad civil, la consciencia de que lo que sucedió en Génova es un atentado contra las garantías y derechos de todos y cada uno de nosotros.
La boca del Leviatán está abierta de par en par. Dispuesta a devorar, como hizo con Jonás, al primero en darse cuenta de que estar vivo, en esta tierra, significa militar, de un bando o de otro. El ámbito de la solidaridad que hemos sabido crear alrededor del movimiento, alrededor de nuestras demandas, de nuestras propuestas, de nuestras prácticas es nuestro escudo. Lo que puede impedir que la bestia nos devore y la megamáquina nos triture. La verdad, por sí sola, no basta.
La solidaridad: un patrimonio que no podemos jugarnos en una mano equivocada.
Lo que suceda en Italia depende, en última instancia, de nuestra capacidad de comprender y de prever los movimientos del adversario. La responsabilidad es nuestra, y es grande. Nosotros somos hoy la izquierda de este país.
Pero el movimiento que destruye el estado de cosas presente es global, como la apuesta por la muerte de los grandes de la tierra. El movimiento está en marcha. El triunfalismo es el mejor antídoto contra la depresión: el umbral de atención debe ser elevado, debemos alzar la guardia. Se ha generalizado la resistencia contra el neoliberalismo y contra las políticas homicidas de un capitalismo que se propone como paradigma ontológico. Ésta es la verdadera fuerza del movimiento. El capitalismo que se apropia del DNA de los seres vivos como si fuera una mercancía será derrotado. No por una venganza divina, sino por la fuerza moral de las multitudes. Toda práctica de resistencia es legítima, ante la perspectiva de la muerte del planeta. De la oración colectiva a la acción directa. El espectro es amplio y debe seguir siéndolo. No caeremos en la trampa de militarizar la práctica y mucho menos en la de criminalizar a nadie.
La lucha sigue!
El día del proyecto
Wu Ming 3 (25/07/2001)
Convulsión, espasmo, llanto.
Como todo lo demás en estos días, también el pensamiento asume este aspecto. Ningún intento de refrenarlo en una racionalidad torpe. Sólo dejar abierto el diafragma de abandonarse a las contradicciones.
Ya llegará, en breve, el tiempo de síntesis más rigurosas.
Todavía estruendo de helicópteros dentro del estómago, sobre la cabeza, acosados, el humo blanco a la vuelta de cada esquina, columnas humanas en fuga, ascendiendo colinas, seis mil escalones que subir, demasiados amigos dispersos, grupos en desbandada, un milagro que todos llegaran a casa.
Venidos a Génova a mostrar la fuerza de las ideas y la extraordinaria energía del movimiento global.
Aniquilados sistemáticamente en las calles con un plan meticuloso y una ejecución feroz.
Cientos de miles de personas reducidas a la impotencia y al terror, suspensión tal vez irreversible del estado de derecho, escuadrones de la muerte, información blindada, noches chilenas.
Si fuésemos un ejército, de los de verdad, se trataría de imágenes y sensaciones de una derrota, ignominiosa y definitiva.
Y sin embargo.
En la inminencia de la batalla habían escrito: vosotros sois el séptimo sello.
La multitud. La invocamos, le enviamos mensajes, parábolas, exhortaciones. Pusimos nuestro saber, modesto, y nuestros instrumentos, pocos, en sus manos.
Y la multitud se materializó ante nuestros ojos desesperados y felices. Y su potencia se desplegó delante de nuestro terror y nuestra falta de preparación.
La multitud nos llevó a casa a cada uno de nosotros.
Impidió la matanza. Se autooganizó milagrosamente, tuvo una admirable sangre fría, condujo y distribuyó su enorme vientre en mil kilómetros de intestino que recorrimos poniéndonos a salvo. Exhaló sobre nosotros su aliento de invulnerabilidad. Acogió nuestra invocación y acudió en nuestra ayuda.
Y de ella recomenzamos.
No aceptaremos ser menos. La multitud ha desobedecido, deteniendo la masacre.
Digiriéndola.
Cometimos errores, ingenuidades, no previmos la “guerra sucia”, no supimos adecuarnos a las reacciones que desencadenamos, pero aún así nuestro trabajo fue premiado.
La desobediencia civil humillada en las calles, los monos blancos agredidos y difamados, los pacifistas cubiertos de sangre, los boy scouts ofendidos, las mujeres de negro y los COBAS y todos los demás pisoteados, gaseados, ultrajados, no son más débiles después de haber sido disueltos de hecho por el bloque negro fascista.
Son, somos, multitud. Esto lo cambia todo.
Debemos nutrirla, informarla, cuidarla. Y seremos cuidados, informados, nutridos.
El código del Imperio contra el de la Multitud. Ésa es la próxima batalla. Que todos, nosotros los primeros, entendamos el código de la multitud.
La ferocidad de la aniquilación mostrada por el enemigo puede volverse en su contra. No volviendo a ser los de antes, no aceptando más esa ropa ceñida, sino contaminando, poblando, diseminando y disolviéndonos en ella, recorriendo sus redes como los senderos de Ho Chi Minh.
En la inminencia de la batalla escribimos: el de mañana es el día del proyecto.
Convertidos en multitudes, el proyecto no puede ser sino estructurar su código, hacerlo común, declinarlo de todas las formas posibles, transformarlo en el volante esencial de la nueva modalidad de la cooperación social, de un nuevo horizonte de sentido, de otras relaciones entre los seres humanos.
Y por eso hace falta trabajar ahora, timón a estribor, sin titubeos ni nostalgia por lo que hemos sido. Sólo así podremos escapar a las trampas esparcidas en nuestro camino
La multitud pensará el resto
Y si el plomo y la sangre son los símbolos que el Imperio yergue sobre sus pendones, para los nuestros propongo nuestros cuerpos, el pan y el agua, ya que en el fondo no necesitamos nada más.