La Repubblica, 24 agosto 2004:

Somos los guerrilleros de la contracultura
Cumple diez años el grupo que se llamó Luther Blisset
Transparentes con los lectores pero opacos con los medios “nuestras presentaciones se llaman asambleas”
Un colectivo que saca libros de éxito como “Q”, y produce revistas, discos, arte.


de Ernesto Assante
Traducción por Ana Méndez de Andrés


:-)

Hace diez años nacía Luther Blissett. No, no el jugador de fútbol del mismo nombre, sino un personaje imaginario dispuesto a moverse con inteligencia en el panorama de la contracultura juvenil. Eso de Luther Blissett era, en realidad un “nombre colectivo” detrás del cual se ocultaba un grupo de personas de diversos países, escritores, activistas políticos, artistas, ensayistas que produjeron revistas y fanzines, ensayos y obras de ficción, discos, performances, obras teatrales, sitios web, investigaciones periodísticas y sobre todo acciones de “guerrilla mass-mediatica”. Hoy el “Luther Blisset Project” ya no existe. En su lugar ha nacido una banda de escritores, Wu Ming, que ha firmado un libro de éxito como Q [en realidad firmado todavía como “Luther Blissett”, N.d.R.] y realizado otros muchos proyectos, tanto como grupo como bajo la firma de sus componentes singulares, rigurosamente indicados solamente como Wu Ming 1, 2, 3 y 4 [y 5 N.d.R.]. Les hemos entrevistado, para celebrar el décimo aniversario de su primer, fascinante y bien conseguido proyecto.

Han pasado diez años desde el inicio de Luther Blisset. ¿Qué ha sido particularmente importante en aquella experiencia? ¿Qué ha quedado?

“Ha quedado la experiencia de guerrilla cultural acumulada por centenares de personas, mujeres y hombres, que durante y después de aquel proyecto han participado en el nacimiento de radios web y tele-streets (Radio Luther Blisset en Madrid), casas editoriales (Derive Approdi y AAA), realidades de “mediactivismo" (rekombinant.org), task-force de intervención sobre el imaginario (guerrigliamarketing.it), aguafiestas del mundo del arte (0100101110101101.org), laboratorios gráficos (qwerg.com), colectivos de teatro y de ‘performance art’ como Zimmer Frei, eventos como los Illegal Art Show. Dentro de cada una de estas realidades hay personas que, cada una a su manera, participaron en el Luther Blissett Project. Sin hablar de la influencia “blissettiana” en las estrategias del ala más creativa de los ‘tute bianche' [monos blancos], experiencia concluida poco antes de Génova. La otra cosa que queda es la satisfacción por el buen éxito de algunas campañas de contrainformación. El Estado acaba de resarcir a Marco Dimitri, de los niños de Satán, por 400 días de detención injusta. Era inocente. Nosotros lo habíamos dicho y habíamos producido una contra-indagación ya en el ’96”.

El nombre colectivo ha tenido y tiene sus límites y sus virtudes. ¿Cuales son?

“El límite del seudónimo multi-uso era la necesidad de una atención constante. La comunidad vigilaba para impedir que cualquiera impusiese un copyright sobre Blissett, cuyas obras y acciones debían quedarse en el dominio público. Era preciso estar listos para desmentir el eventual uso del nombre que transmitiese contenidos fascistas, sexistas o racistas. Gracias a esa atención el proyecto mantuvo una coherencia de fondo. Las virtudes eran la atmósfera que se creaba, de fuerte participación y empatía entre personas que a menudo no se habían visto jamás, y la gran eficacia del nombre como amplificador: gracias a la firma “Luther Blisset”, cada escrito o acción se volvía más visible, añadía nuevas anécdotas a la reputación del ‘folk hero’ imaginario”.

¿Se puede decir que Luther Blisset era un objeto voluntariamente misterioso y experimental, incluso para vosotros mismos, mientras que Wu Ming está más cerca del concepto de “banda” propio del rock o el jazz?

“Se puede decir, pero dentro de la forma-banda nosotros seguimos experimentando, forzando las reglas, proyectándonos más allá de nosotros mismos. En torno a Wu Ming y a nuestro e-zine “Giap” existen varios proyectos comunitarios. De los experimentos de escritura colectiva en red nacieron colectivos de escritores similares al nuestro como Kai Zen y Emerson Krott , después están iQuindici [Los Quinze], comité de “lectores auto-convocados” que en menos de dos años han examinado cientos y cientos de novelas y relatos inéditos, consiguiendo hacer publicar en Enaudi el libro de Girolamo De Michele Tre uomini paradossali. Finalmente están las colaboraciones que modifican el perfil de la banda, como aquella con Vitaliano Ravagli para el libro Asce di guerra, con el grupo Yo Yo Mundi para 54, álbum salido de nuestra novela homónima, o con el director de cine Guido Chiesa para el guión de la película Lavorare con lentezza . Todo en sintonía con la idea de “comunidad abierta” sobre la que se fundaba la experimentación blissettiana. Más en general, aquello que atraviesa Wu Ming es una estrategia de “reforma desde abajo” de la industria cultural”.

Anónimos y al mismo tiempo famosos. “Desconocidos” y tiempo mismo de éxito. Nada mal, ¿verdad?

“Uno de nuestros lemas es “Transparentes hacia los lectores, opacaos hacia los medios”. En estos días hemos hecho nuestra presentación pública número doscientos (incluso si nosotros, inspirándonos en Paco Ignacio Taibo II, las llamamos “asambleas de la república democrática de lectores”). Damos vueltas a lo largo y ancho de Italia, pero no vamos a la televisión y no posamos para reporteros gráficos. En el pasado han aparecido fotos nuestras, pero no hemos vuelto a cometer ese error, y hoy si cualquiera nos reconoce por la calle, estamos casi seguros que era presente en una de esas asambleas”.

¿Podría existir hoy una entidad como Blissett, o debería, para existir, adoptar tácticas más extremas o peligrosas?

“Los riesgos los hemos corrido también nosotros, y de hecho tenemos todavía causas judiciales en curso. De todos modos, los “pseudónimos multi-uso” forman parte de la tradición de los movimientos, del “pobre Conrad” de los campesinos suevos del siglo dieciséis al “Ned Ludd” de la primera revolución industrial del “Capitán Swing” de los motines rurales ingleses a el Subcomandante Marcos (“Todos somos Marcos” dicen los zapatistas). La fantasía de los desheredados encontrará un nuevo "folk hero" cada vez que sienta la necesidad, y usará las tácticas que considere oportunas”.

¿La Red, Internet, la Web, los móviles, han cambiado vuestro modo de escribir, de relacionaros con el mundo de la industria editorial y, más en general, con la comunicación? ¿De qué manera?

La digital es una revolución como lo fue la invención del alfabeto. El ordenador hace posible la escritura “recurrente”, es decir, se puede modificar lo que se ha escrito sin alterar o modificar el soporte, y hace más fácil y rápido el “corta-y-pega”. El e-mail permite compartir el material en tiempo real donde quiera que nos encontremos y corregir las pruebas de imprenta todas las veces que queramos: cinco, seis veces, ya que no es más que un archivo. La red es un instrumento de investigación cuya utilidad es indescriptible, un pozo sin fondo al que bajar el cubo. Nuestro modo de trabajar, y no solamente el nuestro, sería imposible en una dimensión pre-digital. Dicho esto, es una revolución con los tobillos de cristal, porque depende totalmente del suministro de energía eléctrica. Sin corriente estás bloqueado, y está bloqueada la posibilidad de conservar y transmitir”.

¿Copyright o Copyleft?

“Copyleft es un juego de palabras intraducible al italiano (y al español N.d.T.), significa el mismo tiempo “copyright al revés” y “copia consentida”, ¡y está incluso la contraposición entre derecha e izquierda! La idea es que, moviéndose dentro de la institución-copyright, se puedan conjugar el derecho del autor a recibir una compensación por el trabajo desarrollado y el derecho de acceso al saber y a las obras del ingenio. Reproducción y reutilización están autorizadas mientras no haya un fin de lucro. Nuestros libros se pueden descargar de nuestra web en diversos formatos, y sin embargo continuamos vendiendo en las librerías, se trata de dos ofertas diferentes. La “piratería” daña a las grandes empresas que se afanan en combatirla, no a la Rhino Records que realiza espléndidos estuches multi-CD que adjuntan auténticos y verdaderos libros. La industria cultural, en lugar de refugiarse en posiciones conservadoras e invocar a la represión, debería “cabalgar el tigre”, arriesgarse, ir más allá del rendimiento parasitario y mejorar la calidad de lo que vende. El terreno del copyright está ya agotado, es hora de rotar el cultivo”.

¿Se puede hoy verdaderamente elegir entre estar dentro, fuera o al lado del sistema de la comunicación?

“No nos gusta la palabra “sistema”, se usa para indicar demasiadas cosas a la vez. Si por “sistema de la comunicación” se entiende simplemente el “establishment” (los juegos de poder, los “talk shows”, las grandes kermesses, las recepciones con buffet) entonces es posible estar “con los pies en la plaza y un puño en el Palacio”. Pero si por “sistema” se entiende el circuito planetario integrado de los media (viejos y nuevos), estamos todos dentro, y sin excepciones, si se piensa que uno de los personajes más mediatizados del planeta es Su Santidad Tenzin Gyatso, 14º Dalai Lama del Tibet. La “separación” total es imposible. Es aquí dentro que se construyen nuevas comunidades, redes de resistencia, pajares para que duerman los partisanos. Si luego por “sistema” se entiende el capitalismo, ni siquiera el que pide limosna está fuera”.

Ayer Blissett, hoy Wu Ming. ¿Y mañana?

“Para nosotros éste es un año clave: primero ha salido el CD realizado con Yo Yo Mundi, luego la novela en solitario de Wu Ming 2 (Guerra agli umani), después la novela de De Michele descubierto por iQuindici, finalmente en octubre saldrán Lavorare con lentezza (que además entra a concurso en Venecia) y New Thing, novela en solitario de Wu Ming 1. Mientras tanto, nuestra primera novela Q ha sido publicada en medio planeta y 54 le está siguiendo los pasos. Con esta serie de touch-downs se termina la partida, es decir el primer plan quinquenal de Wu Ming. Ahora inicia el segundo: estamos escribiendo la próxima novela colectiva, que se desarrollará en el siglo dieciocho, durante la revolución americana”.


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