elfoco.com – España, 22 noviembre 2000
Luther Blissett ha muerto. Prepárate ante Wu-Ming
Ruth Prada
El misterio envuelve a Luther Blissett, el autor colectivo de
lanovela Q. Nadie conoce sus caras, nunca se han dejado fotografiar.
Lo que sí sabemos es que su apuesta es la más
radical de la literatura actual.
En su país, Italia, los medios de
comunicación vivieron aterrorizados durante cinco años por los actos de
sabotaje reivindicados por este nombre, enormes tomaduras de pelo que dejaron
en evidencia no sólo a algún programa de
televisión de gran audiencia, sino al mismísimo Vaticano que se tambaleó
por el influjo de sus acciones. Este
periodo de guerrilla mediática culminó con la
publicación de una novela histórica, un western teológico que ha vendido
cerca de 80.000 ejemplares desde su publicación el año pasado.
Detrás del nombre Luther Blissett se ocultaban cuatro autores
jóvenes que, tras alcanzar el éxito literario, no sólo decidieron alterar la
formación del grupo al que se añadió un nuevo miembro, sino que incluso
cambiaron su nombre por el de Wu-Ming
(anónimo, en chino mandarín) Con él han publicado en Italia Ascie di guerra,
una lectura crítica de la historia italiana reciente, un libro híbrido que
mezcla géneros muy distintos con saltos constantes en el tiempo. La condición que exigen a sus editores es que eliminen
los derechos de autor. Al comienzo de sus libros se puede leer: "Está
permitida la reproducción total o parcial de esta obra y su difusión
telemática".
Mondadori acaba de publicar en España Q ¿Cómo definís esta novela?
Q es un western teológico, una historia que se desarrolla en un
entorno arquetípico. Con esto no queremos decir que la reconstrucción histórica
no sea precisa ni minuciosa, porque hemos trabajado muy a fondo en fuentes para reconstruir el cuadro histórico de la
Reforma luterana en Alemania y de la Contrarreforma en Italia. Pero es
arquetípico, y por eso lo calificamos como
western, porque hemos trabajado sobre mitos que nacieron en esta época y son fundamentales para el imaginario colectivo
europeo. Al sintetizar la historia hasta sus cimientos se consigue llegar a la
dimensión del western: el forajido, el matón, el sheriff, el latifundista
malvado... pero por otra parte es teológico porque lo que se explora es sobre
todo el uso del cristianismo como metáfora revolucionaria, así que el libro
está plagado de disquisiciones sobre si el cristiano debe obedecer ciegamente o
rebelarse.
¿Os interesó situar la acción en el siglo XVI por las similitudes
entre el período en que tuvo
lugar la Reforma -con el inicio de la comunicación de masas, los movimientos
migratorios, la religión como revolución- y la situación que vivimos en la
actualidad?
Sí, nos interesaban las similitudes. La
insurrección campesina de Thomas Müntzer -uno de los personajes históricos -
fue el primer intento de revolución moderna y creó unos principios incluso
estéticos del imaginario revolucionario. También
abordamos el mito de Lutero destruyendo su reputación. En Q Lutero
nunca aparece, pero está presente en el discurso de los personajes con
el fin de que fueran muy visibles las consecuencias de sus ideas; por ejemplo,
la famosa carta en la que incitaba a exterminar a los campesinos sublevados en
nombre de la legitimidad del poder de los príncipes.
Otro de los mitos es la idea de libre
mercado. El siglo XVI está
caracterizado por el nacimiento de la banca donde el flujo del dinero crea por
primera vez el concepto moderno de deuda externa, y quisimos demostrar que el
principio de una época tiene muchas semejanzas con su final. En ambos periodos hay
una situación que estalla por unas
fuerzas que chocan, y se tienen que redefinir las relaciones de poder. Son las
semejanzas entre esa época y la actual el interés fundamental.
¿Qué opináis sobre
las últimas corrientes literarias en las que los autores jóvenes tienden a
contar sus propias experiencias?
No nos interesan en absoluto, detestamos el minimalismo
autobiográfico generacional juvenil, una dimensión literaria a la que no
pertenecemos, que apesta y contamina la literatura italiana desde hace mucho
tiempo. Pensamos
que estos escritores tendrían que ser sacados a patadas del mundo de las
letras.
¿En qué tipo de
literatura creéis?
Creemos que el lector debe exigir que se le
cuenten historias, si es posible interesantes, que tengan una estructura
clásica con planteamiento, nudo y desenlace. Historias sugerentes que aporten
un punto de vista distinto acerca de las cosas que nos han contado de pequeños.
Es decir, las novelas de aventura, las
novelas de género tanto históricas como contemporáneas, pero interesantes.
Antes de escribir Q
¿en qué acciones participó Luther Blissett?
Luther Blissett reivindicó muchas acciones,
pero nosotros cuatro, los autores de Q, sólo hemos participado en algunas de
ellas. Luther Blissett ha sido
una gran comunidad sin fronteras, informal y humana, porque no sólo se trataba
de intercambiar informaciones,
cualquier persona podía adoptar este nombre.
Entre las más llamativas
está una tomadura de pelo que hizo famoso a nuestro personaje, una de las primeras y de mayor calibre, que realizamos
contra el programa televisivo Chi l'ha
visto, cuyo equipo siguió durante semanas el rastro de un artista inglés que se
había perdido en Italia y al final revelamos que era todo una invención. El
objetivo de esta acción fue criticar la actitud voyerista y el control de los
movimientos individuales llevados a cabo por la televisión.
También registramos el dominio Vaticano.org, que habían olvidado
registrar, y copiamos exactamente el diseño oficial introduciendo textos
heréticos, anticlericales y con un programa falso del jubileo para despistar a
los peregrinos. Millones de personas visitaron la página llena de informaciones absurdas. Por ejemplo, en lugar de calificar al papa como el Vicario de
Cristo (un término que se utiliza en Italia) cambiamos la inicial y lo dejamos
en Sicario de Cristo.
Nosotros nos adherimos al núcleo histórico de Luther Blisset,
formado por unas cien personas en toda Italia, y en una asamblea se decidió que
la adhesión al proyecto tendría que ser por cinco años, entre 1994 y 1999, como
los planes quinquenales de la Unión Soviética. El último año tendría que ser el de la
consagración pop, es decir, dejar atrás la fase underground y clandestina. Q fue concebido como una intervención en este sentido. Aunque no
hubiera tenido éxito, nosotros habríamos terminado con el proyecto Luther
Blisset porque cinco años es un periodo verosímil para comprobar en la práctica
la eficacia de las teorías. El nombre sigue siendo utilizado, pero no por
nosotros que ahora somos Wu-Ming, que en Chino mandarín significa Anónimo.
Somos un taller literario y acabamos de publicar en Italia el segundo libro
¿Cuál es la
diferencia entre Luther y Wu-Ming?
Somos un grupo cuyo objetivo social es contar historias con una
tendencia a la apertura, pero no podemos aceptar a cualquiera porque escribir
juntos es una cuestión muy delicada. Utilizamos un método, una disciplina
rígida, casi marcial.
Todos los días hacemos una reunión de tormenta
de ideas y de escritura colectiva. La
narrativa no es escribir ensayos sino contar una historia estructurada, así que
es necesaria una dimensión de sintonía entre todos nosotros. No es como hacer la
guerrilla mediática, en la que podíamos aceptar la participación de cualquiera.
Wu-Ming es un taller de narrativa. Hacemos
reuniones donde elaboramos argumentos que se pueden convertir en novelas,
guiones de cine, teatro, videojuegos.
¿Habéis terminado con
vuestra actividad saboteadora a los medios?
En lo que respecta a nosotros cuatro, ahora
cinco, sí. Pero también Q es
guerrilla mediática, aunque la estrategia se ha afinado y ha evolucionado. Q es una de las
posiciones más avanzadas que hemos podido conquistar en el ámbito de la cultura
pop, de la cultura de masas. En el underground italiano existen muchas
editoriales pequeñas que publican sin copy-right pero jamás había ocurrido que
una gran editorial aceptara un compromiso como el nuestro con respecto a los
derechos de autor. Opinamos que la propiedad privada llevada a la cultura de
masas es algo contradictorio. En Q hemos aplicado al mundo literario los
métodos que habíamos afinado en el proyecto Luther Blisset.
Y con respecto a vuestro método de trabajo ¿cómo se escribe una
novela entre cinco personas?
Como debutantes, no hemos tenido los problemas de querer conservar
nuestro propio estilo y nuestro ego. Trabajar juntos supone una cierta
humildad, hay que ser consciente de que cualquiera puede modificar lo que uno
ha escrito, esto es una condición psicológica básica. El trabajo comienza con
una idea (que en Q sacamos de los periódicos) y después con una investigación
acerca de la época histórica. El 90 por ciento de los personajes que aparecen en Q son
reales. La documentación nos
permite elaborar un guión del documento y después trabajamos escena por escena,
como en el cine, toda la trama del inicio al fin. Obviamente esto se puede
modificar durante el curso del trabajo, pero es una condición preliminar.
La última fase es la de la escritura real para amalgamar el
estilo; tendemos a escribir individualmente las escenas que más nos gustan y
sobre las distintas versiones de la escena se hace un trabajo de montaje
exactamente igual que en el cine, se corta y pega uniendo lo mejor de cada versión.
Si encontramos una versión que nos gusta especialmente, muy eficaz, los otros
intervienen cambiando las palabras que consideren oportunas, pero lo
fundamental es que el material circula siempre, de manera que al final es una
síntesis en la que ninguno reconoce lo que ha escrito. El resultado es una
ópera colectiva. Hay rigidez y rigor en el método, pero en la fase de creación
de la historia es muy importante la improvisación, como en una sesión de
jazz.
Y la razón por la que
nunca dejáis que os fotografíen…
Somos contrarios al culto del escritor como
personaje, porque creemos que un escritor debe hacer que se concentre la atención
sobre lo que escribe y no sobre su físico, sus preferencias sexuales y otras
cosas del estilo.