/Giap/digest #4 - De los nombres múltiples a Wu Ming - 21 de Enero de 2001

Un artículo de cuatro páginas extraído del número 29 de "Pulp libri" [Revista literaria bimensual italiana], Enero-Febrero de 2001:

De los nombres múltiples a Wu Ming

por Antonio Caronia

Como muchos lectores saben, Wu Ming es el nombre colectivo adoptado por cuatro promotores del Proyecto Luther Blissett con base en Bolonia (precisamente los cuatro autores de Q) después del seppuku, el suicidio ritual al estilo samurai por medio del cual abandonaron el nombre múltiple Luther Blissett en diciembre del 99. El quinto miembro es Riccardo Pedrini, antiguo músico punk rock y profesor de artes marciales, también autor de la impactante novela Libera Baku Ora [¡Liberad a Baku ahora!] (Derive Approdi, Enero de 2000). Este libro fue una rara evidencia de que los italianos no están genéticamente contaminados y de que pueden escribir ciencia-ficción inteligentemente incluso ignorando el legado de Calvino y de Primo Levi.

Wu Ming (“Sin nombre” en chino) es una fábrica artesanal de literatura y cultura. En menos de un año de actividades han creado un sitio web ( http://www.wumingfoundation.com ) y una lista de distribución electrónica (/Giap/), han publicado una novela (Asce di guerra [Hacha de guerra]) y una novela corta accesible gratuitamente en su web (Pantegane e sangue [Ratas y sangre]). En los próximos doce meses probablemente publicarán su tercera novela, 54. Puesto que Wu Ming, como individuos, hacen multitud de otras cosas –desde la participación en los movimientos anti-globalización hasta la práctica del Thai-boxing–, se confirma un dicho común acerca del post-fordismo, a saber: la gente está trabajando mucho más de lo que lo hicieron bajo el fordismo. Por supuesto trabajan en una forma un tanto diferente: en décadas pasadas ­­­­­­–los sesenta, setenta etc.– Wu Ming hubieran corrido el riesgo de convertirse (no pretendo ofender a nadie) en editores o asesores de alguna gran casa editorial. Hoy en día no necesitan renunciar a su autonomía, ni son forzados a encerrarse a sí mismos en un entorno “underground” que está demasiado complacido con la marginalidad.

¿Es esto una rendición ante la industria cultural, como algunos envidiosos cortos de miras proclaman a los cuatro vientos? Si es así, entonces es una rendición muy extraña. Asce di guerra, su primera novela con el nuevo alias, no renuncia al anti-capitalismo intransigente ni al desprecio hacia la izquierda oficial que caracterizó a Luther Blissett en los noventa. Wu Ming ha excavado historias de los años de la Resistencia y de la posguerra temprana, dejando al descubierto la rabia contra el compromiso stalinista-católico que permitió que el personal fascista volviera a sus posiciones. En el proceso, ha demolido la imaginería tradicional positivista acerca de que la Resistencia fue heredada por la izquierda reformista. Esto lo hizo asociándose con Vitaliano Ravagli, el chico de Imola que, siendo demasiado joven para luchar con los partisanos, se hartó de la restauración de la posguerra y se fue “a matar fascistas” a Indochina, uniéndose a los guerrilleros Lao. Ravagli es a la vez coautor y personaje del libro. [Ravagli y Wu Ming] no querían propagar un credo, ni intentaban mofarse de los “radicales de sillón”: tan sólo proporcionaron una voz a las “figuras del fondo”, aquellos que fueron excluidos de “la Historia”, que tuvieron que luchar para conseguir un lugar fuera del silencio y apostarse la vida en la guerra social, todo ello manteniendo la fe en sí mismos.

Para destrozar algunas distorsiones (incluyendo el supuesto “situacionismo” de Luther Blissett), y para obtener una mejor comprensión de su libro en particular y de su trabajo en general, hicimos a Wu Ming algunas preguntas.

Q terminaba reconociendo que “Ningún plan puede anticiparlo todo. El tiempo no dejará de dispensar victorias y derrotas a aquellos que sigan luchando”. La nueva novela empieza diciendo: “Las historias son hachas de guerra que debemos desenterrar.” ¿Queréis decir que el pasado y el futuro no tienen una racionalidad inmanente? ¿No son otra cosa que decorados, abiertos a cualquier voluntad e intervención individual o colectiva?

Algunos acusaron a Q de estar impulsada por la paranoia de la conspiración. Muy al contrario, es una disertación sobre la naturaleza reaccionaria de las teorías de la conspiración que se confirman a sí mismas ad nauseam. El personaje llamado Q cree que “no hay nada nuevo bajo el sol” aparte de la Iglesia, por eso después es llamado Qoèlet [Eclesiastés], un libro del antiguo testamento, del cual ésta es la interpretación tradicional, ahora cuestionada por muchos estudiosos. Poco a poco la fe de Q vacila, y la novela es la crónica de su desencanto, la deserción del mejor agente en el último kilómetro. Si gustas de novelas “cifradas”, la clave de Q no está en el epílogo, está en la última carta a Carafa, la que Q no consigue mandar. La frase final de la novela (“Dejemos que siga la acción sin plan alguno”) es sólo un suspiro de alivio, y la plagiamos de (es decir, fue un tributo a) White Noise , de Don De Lillo.

Como en Asce di guerra, nos oponemos a la noción de pasado como un mausoleo que debemos guarnecer o como una placa conmemorativa a la que hay que sacar brillo y embellecer con flores de plástico. No estamos interesados en la “racionalidad inmanente” de una era, queremos saber cómo una comunidad en lucha puede hacer uso de ciertas historias, queremos explorar la relación entre las razones del pasado y las del presente, entre la comida basura de ayer y la indigestión de hoy. Cuando se mira la “racionalidad inmanente” del pasado, se corre el riesgo de justificar cualquier posición y elección en el nombre del “espíritu de los tiempos”. De esa manera, terminaríamos desdibujando cualquier distinción entre los partisanos y los Camisas Negras [fascistas].

Al contrario que Luther Blisset, Wu Ming no es un nombre múltiple que cualquiera puede adoptar. Es más, vuestros nombres y apellidos no son secretos. Ya habéis explicado eso, y probablemente estáis aburridos de repetir las cosas, pero... ¿podrías explicar una vez más por qué habéis cambiado de tácticas desde 1995?

Desde el principio, nuestra adhesión al Proyecto Luther Blissett estuvo basada en un plan quinquenal al estilo soviético. Cinco años fueron suficientes para conseguir lo que teníamos en mente sin aburrirnos ni repetirnos. Las cosas fueron mejor que en la URSS: allí una fábrica producía sólo zapatos del pie izquierdo, nosotros producimos Q. Fue un gran atraco, alcanzamos la cámara acorazada de la cultura popular y dejamos los bajíos auto-referenciales de la “cultura alternativa”. Al final del Plan, era normal que dejáramos el nombre múltiple, nos convirtiéramos en empresa y dejáramos que el arte marcial de LB evolucionara hacia otros estilos diferentes. De cualquier manera, Wu Ming conserva muchos aspectos del proyecto anterior: la postura anti-copyright, la opacidad hacia los medios, la consideración del trabajo como algo más importante que el autor etc.

Los estudios clásicos sobre la industria cultural (Adorno y Horkheimer, Edgar Morin...) están todos caducados, como lo está la distinción entre trabajo productivo e improductivo de Marx. ¿Cuál es la relación entre la descripción del trabajo mental como directamente “social” y vuestra llamada a los artistas (o “trabajadores mentales” [brainworkers], como los llamáis, o incluso “cognitarianos”, que es la definición de Bifo) para que exploten la vía de las “empresas políticas autónomas”?

Como escribimos en nuestra “Declaración de intenciones”, el “intelectual” como figura separada del conjunto de la producción hace tiempo que pasó. La información es la fuerza productiva más importante. La “industria cultural” tiene una relación simbiótica con toda la galaxia de comodidades y servicios. El dicho “Todo es multimedia” es ya un pleonasmo. Contar historias es tan sólo uno de los muchos aspectos del trabajo mental, de una co-operación social más grande que integra la programación de software, el diseño industrial, el periodismo, la música, las actividades de inteligencia, los servicios sociales, las políticas de género etc. El trabajo mental está completamente dentro de las redes de empresa y producción: en efecto, es su principal fuerza motriz. Debemos fortalecer nuestras compañías, ir más allá de la independencia, para adquirir más fuerza, tomar control del proceso de producción y de los resultados de nuestra labor creativa. De cualquier manera, debemos montar empresas políticas porque hemos pasado del “compromiso” como una elección que “aquellos que crean” no deberían dejar de hacer. Los “trabajadores creativos” han sido dejados sin elección, simplemente *no pueden evitar su intervención*. Escribir es parte de la producción, narrar es hacer política. Al menos, apostamos por la auto-valoración del trabajo mental, es decir, en nuestra propia habilidad emprendedora. Uno debería evitar suplicar fondos públicos o establecer relaciones de subordinación con burócratas de cualquier nivel. Nuestro objetivo son relaciones con una base de paridad, es por ello que la empresa política ha de ser también autónoma.

Desde los días de Luther Blissett la gente os admira (o desprecia) porque sois capaces de ocupar el paisaje mediático. De acuerdo con los detractores, habéis revigorizado el espectáculo contra el que pretendéis luchar. Al final de Asce di guerra citasteis un desconsolado comentario de [Immanuel] Wallerstein, que “toda forma de movimiento antisistema” estaba “enteramente producido por el capitalismo histórico”. ¿Cómo podemos solventar esto?

Wallerstein no es un pesimista, él piensa que el capitalismo histórico es un sistema inmanente, condenado a terminar como todas las sociedades históricas anteriores. En el trozo exacto que citamos, él explica que “Toda debilidad del sistema en una dirección le ha fortalecido en otra, pero ¡no necesariamente en el mismo nivel! Esa es la cuestión”. Respecto al “espectáculo”, lo consideramos como un pseudo-concepto sin significado. Fue tan sólo la solución que encontró Guy Debord para cualquier pista de crucigrama de las que puso en su texto más famoso, por ejemplo: “monólogo laudatorio del orden existente” – solución: “Espectáculo”; “capital con tal grado de acumulación que se convierte en una imagen” – solución: “Espectáculo”. Venga ya, ¿realmente consideras que es una categoría útil? Hasta donde sabemos, fetichizarlo ha causado solamente inacción, frustración y rencor. Nunca “combatimos el espectáculo”, no somos escritorzuelos fardando de la máxima radicalidad formal y a quienes les importa un carajo si nadie entiende nada. No tenemos sentimientos paranoides sobre la “recuperación”, queremos tomar parte de los conflictos sociales actuales, comunicarnos con tanta gente como sea posible y apuntar a logros concretos. En lo que respecta a nuestra habilidad para ocupar el paisaje mediático, siempre lo hicimos promoviendo personajes virtuales que eran el producto de relaciones sociales reales.

Afirmasteis que “Cualquier línea inicial de Dashiell Hammett es mejor que todas las obras de James Joyce”. Pienso que Joyce se merece algo más, después de todo él contaba “historias” también, incluso aunque fuera de manera experimental. Aparte de mi opinión personal, vosotros pedís y producís ficción “épica” basada en una trama densa y un contenido radical. ¿No estáis corriendo el riesgo de actualizar el llamado “realismo socialista”? ¿Pensáis que podéis evitar esto?

Esa frase mantuvo nuestros buzones libres de historias cortas minimalistas, trabajos autobiográficos de personas cuyas vidas carecen de interés y novelas neogóticas atestadas de términos obsoletos inútiles. Dicho esto, de ninguna manera nos acercamos a Zdanov, aquello no era mitopoesis, sino mito-paresia, que él usó para paralizar a la imaginación imponiendo un lenguaje que eliminaba la experiencia. Al contrario, queremos mantener la acción a un centímetro de la nariz del lector, queremos que se sumerja en una bañera de sangre y mierda. “El personaje es la acción, la acción es el personaje”. Ciertamente estamos más cerca de Francis Scott Fitzgerald que de Kim II Sung.

Asce di guerra es una operación peculiar, mezclamos memorias y novela de no-ficción con un punto de vista anti-oleográfico que sobrepasa la antítesis ortodoxia / heterodoxia. Es re-visionismo en el sentido original, “ver de nuevo”, con nuevos ojos. Nuestra próxima novela 54 será una loca historia de espías. La historia tiene lugar dentro del cerebro de Cary Grant durante el exilio napolitano de Lucky Luciano. Hay varias sub-tramas, y personajes de otras novelas (por ejemplo las series francesas Rififi). El McGuffin es un televisor que nadie puede arreglar. ¿Puede esto ser “realismo socialista”? En cuanto a Wuming Wu [Ricardo Pedrini], su segunda novela Havana Glam será un buen ejemplo de “surrealismo socialista” o “realismo mágico socialista”.

Respecto a las tramas densas, contar (y escuchar) historias ha sido una necesidad básica para los humanos de todas las eras. Cualquier comunidad necesita historias y mitos con los que vivir. Nuestras referencias literarias son de muy amplio espectro: Emilio Salgari y James Ellroy, Cormac McCarthy y las novelas de aventuras latinoamericanas. Somos demasiado fieles a Benjamin Peret como para apreciar a Ilya Ehrenburg.


[Traduccion en castellano por José Luis Aznarte]